Es un hecho indiscutible que el ex vicepresidente, Germán Vargas Lleras, ha venido utilizando su muy leída columna dominical en el diario El Tiempo, para lanzar contundentes dardos en contra de la Ministra de las Tecnologías de Información y Comunicaciones, Karen Abudinen.
¿Pero por qué tan fieros ataques del jefe de Cambio Radical a quien se supone cercana a esa orilla política?
¿Por qué las implacables dedicatorias que en varios capítulos han develado supuestas irregularidades en el Mintic?
Esa animadversión data del año 2018, cuando Vargas Lleras, después de su malograda campaña presidencial, concentró su esfuerzo en encontrar los motivos de la estruendosa derrota que sufrió en la primera vuelta del debate, la cual se desarrolló en mayo de ese año.
Vargas Lleras, a pesar de tener el respaldo de la mayoría de casas políticas tradicionales, de alcaldes, gobernadores, congresistas, diputados y concejales, así como de los partidos Conservador, de la U, Cambio Radical, entre otros, solo llegó a 1.4 millones de votos, ocupando el cuarto puesto, muy lejos de los dos tiquetes con destino a la segunda vuelta.
El ex vicepresidente, conocedor de la dinámicas electorales y la forma de aceitar y echar a andar la maquinaria electoral, revisó cada detalle de la estructura política que supuestamente lo respaldó en las urnas aquel domingo 27 de mayo de 2018, especialmente lo acontecido en territorios donde sobre el papel lucía imbatible.
En medio de ese ejercicio milimétrico, saltó un detalle que en principio inquietó al veterano dirigente, pero, con el pasar de los días llegó a despertar su ira santa.
Y es que Vargas Lleras descubrió, lo que a su modo de ver, fue un claro episodio de traición electoral, que se habría gestado desde la secretaría de Educación de Barranquilla, donde la entonces directora del ICBF, Karen Abudinen, quien había ocupado el cargo de secretaria de educación de la ciudad, entre febrero de 2016 y agosto de 2017, supuestamente movió todos sus contactos con rectores de instituciones de educación de la ciudad, para movilizar votos en favor de la campaña del entonces candidato del Centro Democrático, Ivan Duque.
El episodio no tardó en ser calificado por el jefe de Cambio Radical, como una muestra de deslealtad y traición política, la cual desde su óptica, no tenía justificación alguna.
Esta situación, marcó un distanciamiento enorme entre Vargas Lleras y la familia Char.
El ex vicepresidente, no desaprovechó reunión para descargar todo el resentimiento que cargaba por dentro ante la supuesta movida de la hoy ministra de las Tic.
Las relaciones permanecieron rotas durante un tiempo. Vargas no quería ver a los Char ni en fotos.
Y aunque la relación Vargas Lleras-Char, ha pasado por toda suerte de altibajos, rupturas y reconciliaciones, momentos de evidente acercamiento y luego gélidos episodios de distanciamiento, el jefe de Cambio Radical nunca olvidó esa espina que tenía y todavía tiene clavada en la garganta.
Ello, sumado a que Cambio Radical pretendía el ministerio de las Tic, y que nunca reconocieron a Abudinen como ficha de ese partido, pues para Vargas Lleras, la ministra no solo no es de él, sino que no votó por él, terminó por empeorar su animadversión hacia la funcionaria.
Por eso, a raíz del escándalo que surgió a partir del anticipo por 70 mil millones de pesos que entregó el Ministerio de las Tic a la tristemente célebre unión temporal Centros Poblados, el jefe de Cambio Radical, no ha perdido oportunidad, para desmarcarse de una funcionaria a la que no solamente nunca consideró cercana, sino que además califica como “traicionera”.
Por eso, seguiremos viendo en la columna de cada domingo, denuncias, señalamientos y dardos en contra de Abudinen, como la de este 5 de septiembre, donde destapa supuestas irregularidades en la empresa de mensajería del estado 4-72, la cual depende directamente del despacho de la ministra Abudinen, lo que corrobora que en la política la venganza se sirve en plato frio.