Con la renuncia de los senadores Roy Barreras y Armando Benedetti al Partido de la U, se inició lo que a juicio de muchos sería el realineamiento de fuerzas políticas con miras a las elecciones de Congreso y Presidencia que se llevarán a cabo en marzo y mayo de 2022, respectivamente.
Esta contienda tendrá profundas complejidades, dado que la campaña se iniciará en plena pandemia, con un país preocupantemente dividido y la economía duramente golpeada por obra y gracia del COVID-19, pero además, con unas listas diezmadas dado que las circunstancias políticas han variado notablemente con relación a 2018 y el ambiente se ha crispado, como consecuencia de los reiterados enfrentamientos políticos y judiciales.
Comencemos por el Centro Democrático, partido de Gobierno y además la fuerza política mas poderosa al interior del Congreso y quizás la única que tiene las características propias de una bancada homogénea y consecuente en su discurso. En las elecciones de 2018, la lista al Senado de ese partido, obtuvo 2.513.320 votos, de los cuales mas del 30 por ciento, fueron aportados por el ex senador Álvaro Uribe Vélez, por quien votaron 875.554 ciudadanos.
Es tal la desproporción entre la fuerza arrolladora de Uribe en comparación con el resto de miembros de esa lista, que quien le sigue en votación, la actual senadora Paola Holguín, solo arañó 58.000 votos, ni el 10 por ciento de la cabeza de lista. También, es muy cierto que, dentro del Centro Democrático existen congresistas que acumulan más escándalos que votos, por ejemplo, Ernesto Macías, María Fernanda Cabal y Paloma Valencia, con 39.000, 37.000 y 29.000 respectivamente. Dicho de otra manera, tienen mas votos algunos diputados del Atlántico que estos senadores inflados a punta de exposición en medios.
El gran reto del Centro Democrático para el debate de 2022, será mantener una sólida votación, que le permita ser la bancada mayoritaria, sin llevar a su máximo líder como cabeza de lista al Senado. Seguramente no le quedará nada fácil y quedarán al descubierto muchos congresistas que han ganado su credencial a punta del arrastre de Uribe.
Pero, si en el uribismo llueve, por Cambio Radical no escampa. Por el partido de Vargas Lleras votaron 2.155.487 ciudadanos en el debate de 2018, siendo la segunda fuerza política del Senado, pero hoy los tres grandes electores de esa lista no están seguros de regresar al Congreso. El senador Arturo Char, máxima votación del partido, con 126.628 votos, aspiraría a la gobernación del Atlántico, Luis Eduardo Díaz Granados, segunda votación con 112.591, tampoco aspiraría, mientras que Rodrigo Lara, tercera votación de ese sector político, con 90.413 votos, buscaría una aspiración presidencial. Mas de 300 mil votos y los Char mirando hacia otro lado, acestarían un duro golpe electoral para este partido.
En el caso del Partido de la U, al que renunciaron la semana pasada Roy Barreras, su máxima votación en 2018 y Armando Benedetti, enfrenta mas problemas, pues además de eso dos congresistas, tienen por ejemplo solo en el departamento del Atlántico, al senador Eduardo Pulgar en una difícil situación jurídica por una investigación que inició la Corte Suprema de Justicia, con pruebas muy fuertes, a un José David Name muy golpeado en su fuerza electoral y Miguel Amín Escaf, el otro congresista, disminuido a su más mínima expresión electoral.
El gran problema del Partido de la U, es que es una especie de asociación de micro empresas electorales amontonadas bajo una sola carpa. No existe una identidad, un objetivo común, un derrotero. Es un partido que fue creado para la reelección de Uribe, al cual le alargaron la vida de manera artificial en el gobierno de Santos, vía ñoños y musas, pero que hoy deambula sin rumbo fijo, sin norte. Una montonera.
La U no la tendrá fácil y sus esperanzas estarían puestas en la poderosa casa política de la ex gobernadora del Valle, Dilian Francisca Toro, quien aporta a la colectividad una gran votación que le permite tener en estos momentos dos senadores y tres representantes a la Cámara.
Para el Partido Liberal las cosas no serán fáciles. En 2018 todavía conservaban importantes posiciones en el Gobierno Santos y en la cúpula del Estado, no obstante esta vez las cosas serán muy diferentes. Por ejemplo, su máxima elector, el senador Lidio García Turbay, quien en 2018 obtuvo 117 mil votos, ya no tendrá a su primo Dumek Turbay en la Gobernación de Bolívar garantizando un fuerte respaldo electoral.
Entre los conservadores no se esperan cambios significativos, mas allá de los 73 mil votos que le sumó a la lista Aida Merlano en 2018, los cuales no estarán para este debate. Los azules siguen -como siempre- bien acomodados en el actual Gobierno, a quien le funcionan como un relojito, siendo uno de los principales socios políticos del Centro Democrático. A tal punto, que en la práctica, no se sabe donde termina el Centro Democrática y donde comienzan los postulados conservadores.
Por los lados de los alternativos la cosa no será nada fácil. Pues en el partido Alianza Verde pasa algo muy similar a lo que sucede en el uribismo, su cabeza de lista al Senado en 2018, Antanas Mockus, obtuvo un descomunal respaldo de 540.783 electores, que no solamente le significó al partido su credencial, sino arrastrar a varios congresistas que con su modesto aporte electoral jamás hubieran logrado elegirse. Mockus no estará en esa lista para el debate de 2022 y la figura mas importante de ese partido es actualmente la senadora Angélica Lozano, que obtuvo en las elecciones de 2018 solo un 20 por ciento de los votos de Mockus.
La gran esperanza del Partido Verde se concentra en que dada las aspiraciones presidenciales que tiene la alcaldesa de Bogotá, Claudia López, puedan aprovechar políticamente ese escenario para capitalizarlo en votos hacia esa lista, pero la tarea no será fácil.
En el Polo Democrático, Jorge Enrique Robledo, su máximo elector está cada vez mas aburrido de su partido y las profundas diferencias que se han registrado en los últimos meses, mas la aspiración presidencial del veterano dirigente, hacen que este sector de izquierda pierda a su máxima figura al interior de la lista.
La lista de los decentes, (Petro y compañía), seguramente volverá a conformar una plancha para el Congreso, excluyendo a Jonatan Tamayo, el popular senador Manguito, que con menos de 15.000 votos se coló en el Congreso y luego de posesionado se graduó con honores de uribista pura sangre. El Movimiento Mira tendrá nuevamente participación, basado en un gran electorado cautivo, quienes hacen parte de la iglesia de la pastora Piraquive, caso muy parecido al de Colombia Justa Libres, quien tiene actualmente tres senadores y basa su cauda en una red de iglesias cristianas a lo largo del país.
Las Farc tendrán derecho a permanecer en el Congreso un periodo mas, con 5 curules en Senado y cinco mas en la Cámara, tal cual quedó establecido en el acuerdo de paz suscrito con el Estado. Seguramente será la última vez que los veamos ahí sentados, pues el rechazo popular que acumulan no les permitiría llegar por voto directo. Recordemos que en 2018 la lista de los ex guerrilleros obtuvo a nivel nacional 52.532 votos, con los cuales no alcanzaban a pasar el umbral.
Todavía falta que pase mucha agua debajo del puente, pero seguramente la campaña al Congreso llegará como siempre condimentada por las aspiraciones presidenciales y enrarecida por la gran polarización que reina en el país, producto de los discursos cargados de odio y división, agenciados por los dirigentes políticos de los partidos de extremos.
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