Saludo cordial a mis seguidores, quienes en medio de la pandemia se mantienen expectantes a las venenosas pildoritas con las que cada semana los dateo y se las tiro plena, porque este pecho no traga entero ni se deja mangonear por la versión de los grandes medios o los opinadores con agendas ocultas.
Bueno vale mía, este circo llamado Colombia no deja de sorprendernos con las vainas que a diario pasan y que dejan al descubierto nuestra vergonzosa realidad y el poco talante de los dirigentes que para desgracia nuestra, están al frente de las altas dignidades del Estado, ejemplo claro de ellos es el desatinado episodio protagonizado por el ministro de Justicia, Wilson Ruíz, quien por lagartear tres entradas a un partido de fútbol, terminó en el ojo del huracán, aportando un nuevo e innecesario escándalo al cada vez más alicaído desgobierno del obeso Títere.
Ruíz, ni corto ni perezoso, planeó viaje para Barranquilla con sus dos hijos y vino a cumplir una “apretada agenda” de trabajo, que terminó siendo una vulgar cortina de humo para ocultar su verdadera intención, que era ver el partido de la SelecciónColombia, en plena pandemia e importándole cinco centavos que el resto de autoridades se hayan abstenido de hacerlo y que la gente del común no pudiera asistir. Así son, abusan de los privilegios y los utilizan para acomodarse y disfrutarlos, sin recatos. Nada les importa, porque finalmente en nada les afectará.
Es apenas obvio decir que en un país medianamente decente, el ministro habría renunciado, pero recuerden que en esta vulgar republiqueta la gente hace lo que le da la gana y se pasan por la faja a todo el mundo. Aquí tener un alto cargo no es sinónimo de servir, sino de servirse. No faltan por supuesto los atajadores de pollo y enmermelados medios que salieron inmediatamente a bajarle decibeles al escándalo y hasta justificar la presencia del ministro en el estadio.
Joda loco, esa vaina me hace recordar lo lagarto y aprovechados que somos como país, pues siempre la gente está buscando como sacarle ventaja a todas las situaciones, para validar los privilegios y creernos mejores personas que el resto de la humanidad. Aquí la gente no come de cuento y trata siempre de buscar la palanca o influencia para ganar los concursos a través de atajos, de ligar al policía para que no le pongan la multa, de hacerle la respectiva “trampita”al contador para que el recibo de la Luz no llegue por las nubes, de buscar al político para conseguirle un puesto al hijo vago y sobretodo de lagartear una boleta para cualquier evento, una camiseta del Junior, un saludo del cantante de moda y hasta gorrear tragode manera descarada. Así somos y nuestros dirigentes no son ni mejores ni peores que nosotros, son una representación nuestra, una muestra de lo aprovechado que somos como pueblo.
Vea mi llave, no hay nada para quejarse, si son capaces de vender el voto por 50 mil barras, por una lámina para el techo o dos bolsas de cemento, uno puede esperar cualquier vaina. Como país fracasamos vale mía, como Nación nos quedó grande estar a la altura, joda mi llave, lo mas triste es que todo este panorama que le estamos dejando a nuestros hijos es vergonzoso, decepcionante, doloroso y preocupante.
Ñerda vale mía, ya me estoy poniendo como filósofo y esa viana tampoco me queda bien. Dejemos la cosa así y echemos la reflexión a ver si podemos mejorar en las próximas generaciones, porque esta está mas perdida que la mamá de José Miel. Listo cuadro, se las dejo ahí. Chao pescao.