Panamá es un país organizado en cinco provincias y 23 comarcas con corredores biológicos que le hacen gozar de una biodiversidad única. Sus lluvias y vegetación exuberante son propias del trópico; Balboa, su principal avenida, fue construida con dificultades económicas y le ganó terreno al mar para conectar toda la capital.
La Ciudad de Panamá hace esfuerzos enormes para modernizarse, cuenta con una línea de metro hacia el norte, el sur y el oriente que está en construcción.
Balboa es la moneda oficial, pero está a la par del dólar; la gente utiliza cualquiera de las dos en sus transacciones y aportan el 7 % del IVA.
El Canal de Panamá, orgullo de la ingeniería moderna, se construyó como lo imaginó el conquistador Vasco Núñez de Balboa, con quien nace la idea de unir los dos océanos a través del río Chagres.
Los franceses quisieron construirlo a imagen y semejanza del Canal de Suez, en 1880 se trajeron maquinarias utilizadas allá, pero fueron inservibles porque en África removieron grandes toneladas de arena y en Panamá el terreno era pedregoso y duro.
Tenían dinero y talento humano, pero hubo muchas pérdidas por deslizamientos, mosquitos y serpientes que causaron enfermedades como dengue y malaria que terminaron arruinándolos. Finalmente vendieron el proyecto a los gringos.
Estados Unidos no construyó sobre lo construido y empezó un nuevo proyecto. La diferencia es que los franceses querían remover la tierra necesaria para emparejar el suelo y los gringos se ajustaron a la naturaleza, enormes piscinas o tinas de agua que hoy sirven para llevar las embarcaciones como subiendo una escalera hasta llegar a 26 metros sobre el nivel del mar.
Los 36 barcos que pasan cada día pagan, antes de pasar, entre 80 mil y 300 mil dólares por embarcación, lo que representa ingresos apreciables durante el año.
La ampliación del Canal de Panamá se aprobó por referendo para que pudieran pasar los modernos panamax y ahora los pospanamax, barcos que cargan entre 3 mil y 16 mil contenedores.
El Miraflores Visitor Center es realmente interesante, además del tradicional juego de esclusas, construyeron unas nuevas a un lado del canal que reutilizan el agua de las tres tinas y por ahí pasan los pospanamax que tienen disponibles 15 metros de profundidad comparados con los 12 metros que ofrece el canal inicial.
Los lagos nuevos son artificiales, mejoran el tránsito de las embarcaciones y son considerados una maravilla de la hidráulica, inventados con el viejo sistema de la física de los vasos comunicantes, aprendido en la escuela.
Las esclusas son las mismas que se construyeron en 1914 y que pesan 690 toneladas, igual que un edificio de 7 pisos. Esta obra fantástica removió 80 kilómetros de montañas, los barcos pasan a medio metro de las paredes, con un canal de ida y otro de venida, el uno utiliza el agua del otro, mientras uno sube, otro baja.
La operación la hace un grupo de pilotos panameños muy bien entrenados. Los barcos utilizan banderas para saludar a Panamá, saber su nacionalidad e indicar el rango de los que manejan.
“La Ciudad del Saber”, que fue la base militar Clayton del Comando Sur de los Estados Unidos, donde no podían ingresar ni los panameños, fue recuperada por ellos y hoy es una ciudadela de conocimiento que capta la atención de grandes empresas tecnológicas como Google y Apple.
¡Buena esa, Panamá!