Tras el fallecimiento del papa Francisco este lunes a los 88 años, la Iglesia Católica entra en un momento crucial de definición, con una lista de 12 posibles sucesores divididos entre alas progresistas y conservadoras. El reto ahora será encontrar una figura de consenso que logre mantener la unidad en tiempos de profundas tensiones internas.
Aunque desde hace años se venía especulando sobre los nombres más probables, la muerte de Francisco, un pontífice considerado rompedor en muchos aspectos, ha acelerado las conversaciones dentro y fuera del Vaticano. Todo indica que la elección buscará un perfil moderado, capaz de equilibrar las visiones divergentes que hoy atraviesan a la Iglesia.
Mientras tanto, el ala italiana, históricamente influyente, presiona para que el próximo pontífice sea nuevamente un italiano o, al menos, que provenga de Europa, un continente cada vez más secularizado. Aunque la proporción de cardenales italianos se ha reducido en los últimos años, 55 de ellos participarán en el próximo cónclave, conservando un peso significativo en la elección.
La expectativa global crece ante un proceso que, como cada vez que se celebra un cónclave, podría marcar el rumbo de la Iglesia Católica para las próximas décadas.