La incertidumbre sobre el futuro de miles de migrantes venezolanos en Estados Unidos ha aumentado luego de la decisión del gobierno de revocar la extensión del Estatus de Protección Temporal (TPS). Esta medida, que había permitido que unos 600.000 venezolanos se quedaran en EE. UU. bajo protección, ahora está en riesgo de ser eliminada, lo que podría resultar en deportaciones masivas.
El TPS es un beneficio migratorio otorgado a personas provenientes de países en crisis, que les permite residir legalmente en EE. UU. sin temor a ser deportados y con permiso para trabajar. Sin embargo, el Departamento de Seguridad Nacional, bajo la dirección de Kristin Noem, ha decidido revisar la política, dejando a los migrantes venezolanos en una situación crítica.
Los venezolanos que recibieron la protección en 2021 tienen cobertura hasta septiembre de este año, mientras que aquellos que obtuvieron el TPS en 2023 solo estarán protegidos hasta abril. En caso de no tomarse una decisión oficial sobre este grupo, podrían contar con un periodo adicional de seis meses, pero luego quedarían expuestos a la deportación.
La gran incógnita ahora es el destino de los venezolanos que sean deportados. Aunque lo lógico sería enviarlos de vuelta a Venezuela, las tensas relaciones diplomáticas entre Washington y Caracas complican este proceso. Sin embargo, el presidente Nicolás Maduro ha afirmado que su país está dispuesto a recibir a sus ciudadanos “con los brazos abiertos”, a pesar de negar que la crisis migratoria tenga la magnitud reportada por organismos internacionales.
Fuentes cercanas al gobierno de Trump han señalado que podría establecerse un acuerdo con El Salvador, dirigido por el presidente Nayib Bukele, para recibir a los venezolanos deportados. Esta opción ha generado controversia, especialmente entre algunos legisladores republicanos como María Elvira Salazar, quienes sugieren que los migrantes del Tren de Aragua podrían ser enviados a los centros de detención de El Salvador, conocidos por su estricta vigilancia y condiciones de control severas.
Mientras tanto, Nicolás Maduro ha tratado de proyectar una imagen de apertura, asegurando que su gobierno está dispuesto a recibir a los venezolanos deportados y brindarles oportunidades laborales, emprendedoras e incluso recreativas. Sin embargo, esta postura contrasta con su constante negación de la magnitud de la crisis migratoria que ha provocado la salida de millones de venezolanos en los últimos años.
El futuro de los migrantes venezolanos en Estados Unidos sigue siendo incierto, con una posible reconfiguración de políticas migratorias que podría afectar a miles de personas que han encontrado refugio en el país.