El reciente proceso electoral en Venezuela ha generado una ola de controversia a nivel internacional, con acusaciones de fraude, irregularidades en la transmisión de resultados y una fuerte condena por parte de organizaciones que han sido testigos del proceso. La reelección de Nicolás Maduro para un tercer período de seis años ha sido recibida con escepticismo, especialmente por la misión de observación del Centro Carter, una institución de renombre mundial dedicada a promover la democracia y los derechos humanos.
En el centro de esta tormenta se encuentra la jefa de la misión de observación del Centro Carter, Jennie Lincoln, quien, en una entrevista con la agencia de noticias AFP, cuestionó directamente las afirmaciones del Consejo Nacional Electoral (CNE) de Venezuela. “No hay evidencia de que el sistema electoral de Venezuela fuese blanco de un ataque informático durante las elecciones del 28 de julio”, afirmó Lincoln desde Atlanta, Estados Unidos. Estas declaraciones se alinean con las proyecciones que indican un triunfo opositor, en contraste con los resultados oficiales que favorecen a Maduro.
El Centro Carter fue invitado por el CNE para observar unos comicios que, desde el principio, fueron objeto de controversia. Según los resultados oficiales, Maduro habría obtenido un 52% de los votos, superando al candidato opositor González Urrutia, quien fue respaldado por la líder María Corina Machado y que, según la oposición, habría alcanzado el 67% de los sufragios. Este drástico contraste ha avivado aún más las sospechas de manipulación y falta de transparencia.
El CNE, bajo la dirección del chavista Elvis Amoroso, no ha publicado los resultados detallados de las elecciones, citando un supuesto hackeo como la causa del retraso. Sin embargo, Lincoln refutó estas afirmaciones al señalar que “empresas monitorean y saben cuando hay denegaciones de servicio (hackeos) y no hubo una esa noche”. Además, explicó que la transmisión de los datos de votación se realiza por línea telefónica y satelital, no por computadora, lo que refuerza su argumento de que no se ha perdido información.
El compromiso de Amoroso de publicar los resultados mesa por mesa en la página web del CNE y de entregar un CD con los datos a los partidos políticos sigue sin cumplirse. “Es una promesa que nunca cumplió”, subrayó Lincoln, destacando la falta de transparencia del proceso.
La oposición, por su parte, ha publicado en un sitio web copias de más del 80% de las actas, las cuales aseguran que prueban el triunfo de González Urrutia. Sin embargo, el chavismo ha desestimado la validez de estos documentos, calificándolos de falsificaciones.
La situación ha escalado con las declaraciones del presidente Maduro, quien ha denunciado un “golpe de Estado ciberfascista” y ha pedido al Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) que certifique la elección. A pesar de sus afirmaciones de estar dispuesto a entregar el 100% de las actas si son solicitadas, el tiempo transcurrido desde el día de las elecciones ha generado más dudas que certezas.
“El gobierno ha tenido 11, 12 días… un amplísimo tiempo para mostrar la data real de las actas que recibieron la noche de la elección”, comentó Lincoln, dejando en claro la percepción de inacción y ocultamiento por parte de las autoridades venezolanas.
Este panorama ha sido duramente criticado por la comunidad internacional, con países como Estados Unidos, la Unión Europea, y varias naciones de América Latina expresando su descontento con la manera en que se llevó a cabo el proceso electoral. Colombia, Brasil y México, que han estado promoviendo un acuerdo de convivencia entre las partes en conflicto, han sugerido una “verificación imparcial de los resultados” como un paso necesario para resolver la crisis.
A pesar de estos llamados, Lincoln se mostró escéptica sobre la eficacia de una auditoría internacional en las actuales circunstancias. “Soy incrédula, escéptica sobre lo que un equipo de verificación internacional podría hacer que no hayan hecho los testigos, que han producido las verdaderas actas de la noche”, declaró, reflejando la profunda desconfianza en las instituciones venezolanas y la complejidad del conflicto político que se vive en el país.
AFP