“Nunca tuvimos la intención de quedarnos para siempre en Afganistán,” se defendió el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg.
No hay fuerza internacional que no haya asumido que la retirada de Afganistán ha sido un fracaso o, al menos, un desastre. Pero hasta ahora, nadie había asumido la derrota. Lo hizo el Alto Representante para la Política Exterior y de Seguridad Común de la Unión Europea,Josep Borrell, que al término de la reunión de ministros de los 27 admitió sin tapujos que “los talibán han ganado la guerra” y habrá que lidiar con ellos.
Borrell se apresuró a aclarar que no se trata de un reconocimiento expreso, sino de una mera cuestión práctica. Si la UE quiere sacar a sus ciudadanos del país, inevitablemente tendrá que lidiar con quienes controlan las fronteras. “Si quiero que 400 personas, afganos y sus familias, que han trabajado con nosotros y las delegaciones de la UE, lleguen al aeropuerto, hay que entender que tengo que hablar con ellos”, insistió. “No es cuestión de reconocimiento oficial, sino de tratar con ellos. Tenemos que implicarnos con ellos y, al mismo tiempo, estar muy vigilantes con el respeto de las obligaciones internacionales con las que se han comprometido los talibanes en los últimos 15 años”, aseguró el jefe de la diplomacia europea al término de la reunión.
En una declaración firmada por los veintisiete, la UE matiza que cualquier cooperación con quienquiera que se siente a los mandos del gobierno afgano “estará condicionada a un arreglo pacífico e inclusivo del conflicto, y al respeto de los derechos fundamentales de todos los afganos, incluidas las mujeres, los jóvenes y las personas pertenecientes a minorías.” También advierte la Unión contra la posibilidad de que el país vuelva, como en 2001, a ser refugio de terroristas.
Aunque los veintisiete se comprometen a garantizar su apoyo a la población afgana, la UE congelará los fondos de cooperación al desarrollo al menos mientras estudia el desarrollo de la situación. La Unión ha invertido casi mil millones de euros en el país en los últimos años. Pero Borrell ha admitió que mantendrán la ayuda humanitaria, o incluso la aumentarán, para responder a las crecientes necesidades urgentes de la población.
Además, los gobiernos europeos se han comprometido a dar su apoyo a los países vecinos que se vean afectados por la crisis afgana. Los ministros de Interior de la UE se reúnen mañana de manera informal para hablar de migración. Aunque el punto principal en la agenda era el flujo de demandantes de asilo bielorrusos en la frontera lituana, los veintisiete discutirán también la potencial llegada de personas en busca de protección internacional desde Afganistán en los próximos meses.
Tanto el presidente francés, Emmanuel Macron, como la canciller Angela Merkel, llamaron el pasado lunes a evitar “cometer los errores de 2015” y tratar de limitar el flujo de migrantes irregulares desde Afganistán, trabajando en una solución internacional que permita compartir la responsabilidad de la acogida.
VEINTE AÑOS DESPUÉS
Europa ha visto con estupefacción el colapso de Afganistán en cuestión de apenas unos meses tras la decisión de Estados Unidos de abandonar el país, y del resto de aliados de la OTAN de seguir la política norteamericana, desencadenando una crisis humanitaria en el país.
Borrell no solo asumió la derrota, también admitió que hay que aprender de lo sucedido. “Hay que extraer muchas lecciones y reconocer que se han cometido errores, sobre todo, en cuanto a la evaluación de la capacidad de resistencia del ejercito afgano, entrado y financiado con millones de euros,” insistió el jefe de la diplomacia europea.
Preguntado sobre la rueda de prensa del portavoz talibán que ha tratado de dar una imagen de cierta normalidad, e incluso cordialidad, asegurando que no habrá represalias para quienes hayan trabajado con gobiernos occidentales, Borrell ha respondido con ironía. ¿Son muy distintos estos talibán de aquellos que en 2001 atacaron Estados Unidos?: “Aparentemente, tienen la misma pinta pero hablan mejor inglés.”
LA OTAN SE LAVA LAS MANOS
“Es el fracaso del liderazgo afgano lo que nos ha llevado a la tragedia de la que somos hoy testigos,” dijo el martes el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, tras una reunión de la alianza para analizar la situación en un Afganistán tomado por los talibán en cuestión de días, tras la retirada de las tropas aliadas del país.
También la OTAN se lava las manos por la catástrofe en el país. “Nunca tuvimos la intención de quedarnos para siempre en Afganistán,” se defendió Stoltenberg en su primera comparecencia ante la prensa desde la caída de Kabul, “Estados Unidos acordó con los talibán el pasado año que las tropas se retirarían en mayo. Y tras muchas consultas, los aliados apoyaron la decisión de Estados Unidos. Poner fin a nuestra misión militar no fue fácil. Nos enfrentamos a un serio dilema. Bien irnos y arriesgarnos a que los talibán tomaran el control o quedarnos para siempre y arriesgarnos a continuos ataques combates abiertos.”
Pero el secretario general de la organización reconoce que el colapso político, y la velocidad del mismo, es algo con los que los aliados no contaban. Stoltenberg aplaudió el valor de los soldados afganos que han dado la vida para luchar por su país, pero culpa los líderes políticos de “fracasar al enfrentarse a los talibán y lograr una solución pacífica que los afganos querían desesperadamente.” En ese liderazgo político está el de Ashraf GhaniAhmadzai ,que abandonó el país a su suerte ante la toma de Kabul, y al que responsabiliza el ex primer ministro de Noruega del colapso.
La OTAN insiste en que los aliados han logrado su objetivo: lograr que el país dejara de ser un oasis para terroristas tras el 11 de septiembre y que no hubiera un solo ataque terrorista organizado desde suelo afgano. “Quienes toman el poder ahora tienen la responsabilidad de que los terroristas no vuelvan a ganar terreno,” insistió Stoltenberg.
Apenas si hubo autocrítica en el discurso del secretario general de la alianza, como tampoco la hubo en el discurso del presidente de los Estados Unidos, Joe Biden. Stoltenberg reconoció tímidamente que es necesario hacer una evaluación de la misión de la OTAN en Afganistán, dada la rapidez del colapso a pesar de décadas de inversión, esfuerzo y sangre: “Hay muchas lecciones que aprender.”
Ahora, la organización se centra en coordinar los esfuerzos con los aliados para mantener abierto el aeropuerto de Kabul y lograr la evacuación de miles de ciudadanos aliados y de países socios atrapados en el país, además de colaboradores afganos que se enfrentan ahora a posibles represalias por haber trabajado con fuerzas de seguridad occidentales. La OTAN volvió a insistir en que los talibán deben garantizar una salida ordenada y segura de todo ciudadano, nacional o internacional, que desee abandonar el país.
“Debe haber una transferencia pacífica del poder a un gobierno inclusivo. Sin venganza ni retribución,” insistió Stoltenberg que advirtió a los talibanes que cualquier gobierno que se base en el reinado del miedo y la violación de los derechos humanos, se enfrenta al aislamiento internacional.