Peritos especializados establecieron que los “insecticidas fraudulentos correspondían a productos vencidos y en presentaciones no autorizadas por los propietarios de las marcas, por lo que ya no serían eficientes para el control de plagas y no existe claridad sobre sus efectos y consecuencias para las personas que los utilizan”, añadió la información.
Los productos eran elaborados manualmente, embalados y rotulados como si pertenecieran a reconocidas marcas, y vendidos para uso doméstico.