Por: Yasher Bolívar Pérez
A horas del esperado duelo entre Barcelona y Real Madrid por la final de la Copa del Rey, el árbitro designado, Ricardo De Burgos Bengoechea, rompió el protocolo con una emotiva declaración que deja al descubierto el peso invisible que cargan quienes imparten justicia en el fútbol. Entre lágrimas, denunció la repercusión de los constantes ataques mediáticos de Real Madrid TV contra el estamento arbitral: “No hay derecho a lo que estamos pasando”.
“Mi hijo tiene que escuchar en el colegio que su padre es un ladrón. Y yo he tenido que explicarle que su padre se puede equivocar, pero es una persona honrada”, confesó con la voz quebrada el colegiado vasco, en una rueda de prensa sin precedentes, donde el protagonismo se lo llevó la humanidad de quien, en otras ocasiones, ha sido objeto de señalamiento público.
No ocultó la presión con la que afronta el clásico copero: “Es el partido más importante de la temporada. Habrá polémica, sí, pero lo encaro con la ilusión de estar a la altura de quienes han confiado en mí”. También tuvo palabras de respaldo para el presidente del Comité Técnico de Árbitros, Luis Medina Cantalejo: “Es mi padre arbitral, y vamos a ir todos a muerte con él”.
Más allá del balón, el mensaje de De Burgos resuena como una súplica por respeto y responsabilidad en el discurso público. Un llamado a la reflexión de los clubes y los medios: el fútbol no solo se juega en la cancha, también se vive en las aulas, en las casas, en la conciencia colectiva.