Por: Yasher Bolívar Pérez
La relación entre los pilotos de Fórmula 1 y la Federación Internacional del Automóvil (FIA) atraviesa una creciente tensión. La polémica se desató tras la imposición de sanciones por lenguaje considerado inapropiado en conferencias de prensa, lo que ha desatado una ola de críticas, especialmente hacia el presidente de la FIA, Mohammed Ben Sulayem.
El detonante fue una sanción a Max Verstappen, quien fue castigado con trabajo comunitario por emplear una expresión considerada ofensiva. Poco después, Charles Leclerc recibió una multa de 5.000 euros por usar el mismo término, lo que generó malestar entre los pilotos por la disparidad en los castigos. La Asociación de Pilotos de Grandes Premios (GPDA), que representa a los corredores, respondió con un comunicado en redes sociales, acusando a la FIA de ejercer un control excesivo sobre la libertad de expresión.
La postura de Ben Sulayem, quien anteriormente sugirió que los pilotos debían “abandonar el lenguaje de rapero” y adoptar un tono más formal, ha exacerbado el conflicto. Muchos pilotos ven en estas declaraciones una restricción innecesaria y cuestionan la inconsistencia en la aplicación de sanciones, una situación que aumenta la tensión en la Fórmula 1 y pone en el centro de la controversia al presidente de la FIA.