La partida de Jorge Bolaño deja una profunda tristeza en el corazón de todos los samarios y en cada rincón de Colombia que lo vio brillar en las canchas.
Conocido por sus amigos y familiares como “Bolañito”, Jorge nunca dejó que el éxito le cambiara. Aunque su nombre era conocido internacionalmente, siempre fue el mismo joven de Pescaíto, el barrio que lo vio crecer, y en el que, sin importar su fama, seguía compartiendo con los más humildes, echándose una fría en la tienda de la esquina o conversando con los niños del barrio.
La última vez que visitó su ciudad natal fue en enero de este año, cuando paseó por las hermosas playas de Santa Marta, feliz, rodeado de su esposa y familia, sin saber que ese sería su adiós definitivo. En las fotos que quedaron de ese día, su rostro reflejaba tranquilidad y una certeza: seguiría regresando a su tierra, su gente, su pueblo. Pero Dios lo llamó a su lado antes de que pudiera volver.
Jorge Bolaño, el crack que conquistó las canchas, siempre será recordado como un hombre cercano, sin pretensiones, con el corazón en su tierra y en su gente. Su partida nos deja una lección de humildad y amor por lo nuestro, y aunque su ausencia es irreparable, su legado vive en todos nosotros.
Hasta siempre, Bolañito.