La salud mental de las personas, familias y comunidades es una prioridad sanitaria y de desarrollo social en el país; por ende, el suicidio es una preocupación creciente, ya que se relaciona con el sufrimiento emocional asociado al deterioro de las redes de apoyo, estigma y discriminación, violencias, progresión de problemas y trastornos mentales, y consumo de sustancias psicoactivas.
«La pandemia y sus repercusiones económicas, sociales y relacionales, además de generar empeoramiento de trastornos mentales existentes, ha incrementado el riesgo de depresión, ansiedad y estrés postraumático -todos asociados a un mayor riesgo de suicidio-, especialmente para las personas en duelo», apuntó Fernando Ruiz Gómez, ministro de Salud y Protección Social.
Por tal razón, en el marco de la conmemoración del Día Mundial para la Prevención del Suicidio, la cartera de Salud lanzó la Estrategia para la Prevención de la Conducta Suicida en Colombia, en respuesta a esta problemática y como parte de la Política Nacional de Salud Mental.
Ruiz Gómez explicó que su principal «objetivo es reducir la conducta suicida en el país con intervenciones locales y en contexto, diferenciadas por curso de vida y entornos de desarrollo, a través de una herramienta práctica que entrega orientaciones basadas en la evidencia».
Con ésta, se gestiona intersectorialmente la satisfacción de necesidades básicas (especialmente a través del empleo y la educación) y el fortalecimiento de habilidades socio-emocionales para enfrentar los retos de la vida cotidiana.
Así como la prevención y atención de los riesgos en salud mental y consumo sustancias psicoactivas; el cuidado comunitario y familiar, que fortalezca el apoyo social, especialmente a quienes han perdido un allegado o familiar por suicidio.
En el documento también se expone la importancia de la toma de decisiones locales e intersectoriales a partir del análisis de la situación, que incluye la vigilancia en salud pública y la investigación aplicada.
«La tarea que hoy tenemos como personas, como instituciones y como sociedad es reconocer que esta problemática nos involucra a todos: padres, hijos, amigos, compañeros, vecinos. Reconocer que las emociones son inherentes a nuestra existencia nos permitirá comprender que no son buenas ni malas, sino que son una posibilidad para el aprendizaje y las relaciones fructíferas con los otros», dijo.
Agregó que la escucha sensible y el apoyo ante el sufrimiento son las primeras herramientas para la prevención del suicidio, «por eso pedir ayuda es necesario».