El nuevo cargo de Benedetti lo pone al frente de la UNP, cuyo director lo acusó de reuniones con el ‘zar del contrabando’ para infiltrar la campaña de Petro.
La extraña decisión de Petro de nombrar a Benedetti en un cargo clave genera polémica y coloca al cuestionado funcionario como una figura cada vez más poderosa dentro del gobierno.
En lo que parece ser un giro irónico y desconcertante dentro del panorama político colombiano, el presidente Gustavo Petro ha decidido mantener a Armando Benedetti en su gabinete, y no solo eso, sino elevarlo a la cartera más importante del gobierno: el Ministerio del Interior. A pesar de los múltiples cuestionamientos, denuncias y escándalos que persiguen a Benedetti, la administración parece haber tomado el camino de premiarlo con más poder, mientras la crítica de la opinión pública crece a cada paso.
Benedetti, quien está bajo investigación por presuntos actos de corrupción, abusos de poder y conductas reprobables en su paso por el servicio diplomático, se ha convertido en un símbolo contradictorio. De ser una figura polémica, ahora es considerado por algunos como el hombre capaz de poner en marcha el sistema de clientelismo y mermelada que tradicionalmente ha caracterizado la política colombiana, aunque con una fachada de cambio y renovación.
El tema ha generado tensiones dentro del propio gobierno. Durante el consejo de ministros más reciente, varias voces se alzaron en contra de la decisión, destacándose la de Augusto Rodríguez, director de la Unidad Nacional de Protección (UNP), quien ha acompañado a Petro desde sus primeros días en la lucha guerrillera. Rodríguez, conocido por su lealtad histórica, mostró su desacuerdo cuando el presidente comparó a Benedetti con Jaime Bateman, fundador del M-19, y dejó claro su malestar por la cercanía del ahora Ministro con el cuestionado ‘zar del contrabando’. Aunque inicialmente Rodríguez había declarado que no renunciaría, su situación ahora está en la cuerda floja, pues bajo la nueva estructura del Ministerio del Interior, Benedetti será su superior directo.
Este nombramiento, además, se produce en medio de un escenario de impunidad. A pesar de la cantidad de denuncias y procesos que pesan sobre Benedetti, incluidos escándalos internacionales durante su tiempo como embajador en Venezuela y Roma, los procesos administrativos que fueron abiertos parecen haberse estancado. En julio de 2023, el entonces canciller Luis Gilberto Murillo anunció una investigación sobre Benedetti, pero siete meses después no ha habido avances sustanciales. La sensación general es que Benedetti es un intocable, cada vez más cercano al poder, mientras sus controversias permanecen sin respuesta.
Este nombramiento no solo afecta a la política interna del país, sino que también plantea interrogantes sobre la ética y los valores que guían la administración de Petro. Mientras el país observa con escepticismo este ascenso, Benedetti se convierte en un símbolo del cambio que nunca llegó, o del poder que permanece incólume a pesar de la crítica.
Bonus Track:
En otro frente, la justicia también continúa su marcha lenta. Este lunes, el juicio contra el expresidente Álvaro Uribe Vélez por soborno y fraude procesal se reanudará en el Tribunal Superior de Bogotá. Mientras su defensa busca dilatar los plazos y evitar que el caso prescriba, la figura de Uribe sigue siendo otro de los grandes intocables de la política colombiana.
En las próximas semanas, se espera el testimonio de Iván Cepeda, lo que podría ser un punto de quiebre en este prolongado proceso judicial.