vida de José Dolores Guerrero, un artesano de 73 años, oriundo de San Jacinto, Bolívar, quien fue víctima de desplazamiento forzoso a causa del conflicto armado en Colombia.
José, ha sido artesano desde pequeño, vivió por muchos años en San Jacinto, donde él y su familia se dedicaban al cultivo de tabaco, yuca y maíz. Paralelamente, aprendió a hacer hamacas gracias a su abuela, quien le legó la tradición de las artesanías. San Jacinto, la Capital de las Artesanías, de la venta y compra de hamacas, es uno de los grandes negocios característicos del municipio; por eso José buscó aliarse con su abuela y crearon su propia microempresa de producción.
Al pasar de los años, cuando José Dolores formó una familia, y su abuela falleció, él continuó trabajando en la microempresa y cultivando en el campo con su esposa e hijos. El negocio fue prosperando “¡iba viento en popa!”, sostuvo; tanto así, que empezó a tener clientes de todas partes de Colombia y fue teniendo un reconcomiendo en el municipio. Con las ganancias de la microempresa decidió emprender una tienda y su capital económico iba en ascenso, lo que lo ayudaba a subsistir pero las cosas se desmoronaron cuando la guerrilla llegó a San Jacinto.
Guerrilla
Con la llegada de la guerrilla a San Jacinto, el municipio se volvió peligroso e inseguro para vivir.
El encuentro entre José y la guerrilla, empezó cuando lo amenazaron dos veces y le advirtieron que dejara su pueblo, que se marchara y que no volviera más y, que si no se iba, debía atenerse a las consecuencias. En ese momento, hizo caso omiso, pues dejar la tierra donde creció, con una familia y económicamente con trabajo duro, no era algo que se pudiera negociar. A la tercera amenaza las cosas se salieron de control y tuvo que contratar un camión a escondidas ese mismo día para irse del pueblo.
Era 1996 cuando José Dolores comenzó su travesía al irse con sus hijos de su tierra, sin más nada que con lo que alcanzaron a empacar y a tener en sus bolsillos. Con dolor se marchó, dejó su casa, sus negocios, sus cultivos. Desde ese entonces, ha vivido en distintas ciudades, no le tocó fácil, pero logró salir adelante. Recuerda que, al llegar a Barranquilla, hace exactamente 11 años, “se movía como sea para poder brindarle lo mejor a su familia”. Él continuaba comercializando artesanías, pero esta vez como “vendedor ambulante” y trabajando el doble para poder sobrevivir. Sus hijos, fueron un gran apoyo, pues lo ayudaban vendiendo aguacates, queso, entre otros productos con los que obtenían el alimento diario.
En Barranquilla conoció a varios artesanos, muchos le tendieron la mano y le dieron trabajo, pero un amigo, muy especial, le ofreció un puesto en la Feria de Artesanías de la calle 72. En ese momento, las cosas en su vida empezaron a mejorar y, comenzó a ser reconocido por las hamacas que hacía, eran “únicas”. Fue así como empezó a participar en las Ferias de los Artesanos y poco a poco fue construyendo su propio local de artesanías en la ciudad de Barranquilla.
Debido al desplazamiento forzoso que le tocó vivir, a José y a su familia, la vida les dio un giro de 180 grados en todos los sentidos. Nadie sabe, solo los que han sido víctimas del conflicto armado, lo que significa perderlo todo. Así, que “el dolor que han vivido las víctimas del conflicto no tiene explicación, es irreparable por más que se quiera olvidar, se perdona y se vuelve a construir pero no se olvida “, sostuvo José.
Con sus cuatro hijos, todos profesionales, hoy esta familia ha construido una nueva historia. Pudo volver a su tierra luego de mucho tiempo cuando las cosas se calmaron en el pueblo. Actualmente tiene una casa en San Jacinto y visita el municipio sin problema alguno “nunca dejaré San Jacinto, así viva en otra ciudad”, dijo.
Su pueblo sufrió mucho por la guerra, por eso les dice a sus hijos “que si van a San Jacinto le lleven mejoras al pueblo”. A raíz de sus experiencias de vida y con las amenazas en su pueblo por la guerrilla, siempre les inculcó a sus hijos que “en la vida hay que ser solidarios con los demás”. José Dolores es ejemplo de fuerza, valentía, humildad y perseverancia, seguirá siendo recordado como el artesano que huyó de su pueblo, que salió adelante y que tiempo más tarde, logró regresar a su `San Jacinto del alma´.
D.A.