Al corregimiento de Santa Cecilia, en Pueblo Rico, llegó este sábado la comunidad Emberá de los resguardos Unificado Chami Río San Juan y Gitó Dokabú, para recibir por parte de la Agencia de Desarrollo Rural (ADR) un proyecto productivo con una inversión superior a los 4.800 millones de pesos, que tiene como fin consolidar la producción porcina de más de 120 familias de este pueblo indígena asentado en el departamento de Risaralda.
Para llegar al resguardo se necesitan más de 5 horas de viaje desde Pereira, después de transitar 97 kilómetros por una carretera en mal estado. El acceso es difícil. A medida que avanza el bus intermunicipal se va adentrando en una geografía más cercana al bosque húmedo tropical que a los valles y montañas risaraldenses. En el camino a Gito Dokabú, la lluvia y la humedad dificultan el acceso a través de una carretera destapada que se abre paso por entre una espesa vegetación. El resguardo es apenas la entrada a este territorio en el que habitan las comunidades del pueblo Emberá.
Este Proyecto Productivo de Desarrollo Agropecuario y Rural (PIDAR) surgió como parte de un compromiso que adquirió la Agencia durante una mesa interinstitucional de diálogo en el año 2023, en el municipio de Pueblo Rico, en la que se evaluó el cumplimiento del fallo del 22 de junio de 2018 proferido por el Juzgado Primero de Familia de Pereira, que reconoció la vulneración de los derechos de los niños Emberá pertenecientes a los resguardos Unificado Chami Río San Juan y Gitó Dokabú.
De manera concertada, la Agencia de Desarrollo Rural y las comunidades estructuraron este proyecto productivo que no solo permitirá el mejoramiento de la economía de esta población indígena, sino también la garantía de su seguridad y soberanía alimentarias.
El proyecto contempla una apuesta integral en la que, además de la entrega de 7 cerdos por familia y la construcción de porquerizas, se pondrá en marcha un sistema circular que permite el aprovechamiento de los residuos orgánicos para la producción de abonos y biogás. Este sistema tendrá una instalación a partir de un biodigestor vinculado a una estufa de gas, que garantizará mejores condiciones para la elaboración de los alimentos en cada uno de los hogares.
Darío Restrepo, autoridad mayor del resguardo Gitó Dokabú, resaltó el acompañamiento del equipo profesional de médicos veterinarios, zootecnistas y gestores bioculturales nativos: “Lo que yo quiero es que, con mucho acompañamiento de los profesionales, las familias puedan capacitarse para que este proyecto sea factible a futuro. Que las comunidades tengan su cría de cerdos, que en siete meses puedan comercializar, para que la economía de la comunidad sea sostenible y rentable para su núcleo familiar”.
Dentro de las 120 familias vinculadas a la iniciativa, 77 son lideradas por mujeres y 35 por jóvenes. Ambos son actores fundamentales en la vida de la comunidad y especialmente en las tareas relacionadas con el manejo de los animales, los cultivos y la preparación de los alimentos. Luz Dary Restrepo, una de las lideresas del resguardo, resaltó el papel de las mujeres en las diferentes actividades económicas de la comunidad: “Nosotras hacemos las artesanías, manejamos los peces y el cuidado de los animales. Tenemos que mirar cómo nos vamos a organizar, porque hemos tenido cerdos y sabemos sobre su manejo”.
Por su parte, Francia García, funcionaria de la Agencia de Desarrollo Rural y estructuradora del proyecto, destacó los alcances que a futuro tendrá esta iniciativa: “Algo muy importante de este proyecto es que tenemos varios componentes. Queremos fortalecer a las organizaciones para que esa semilla se reproduzca y se multiplique, que todos estos cerdos se vuelvan su empresa”.
De esta manera, la ADR fortalece la economía familiar, campesina, étnica y comunitaria de los pueblos indígenas, históricamente afectados por el conflicto armado y el abandono del Estado.