Como es tradición, cada 2 de noviembre se conmemora el Día de los Fieles Difuntos, en homenaje a los seres queridos que ya no están en el plano terrenal y, en el caso católico, por quienes se encuentran aún en estado de purificación en el purgatorio.
Adoptada por Roma en el siglo XVI, con el tiempo comenzó a rememorarse entre los fieles de todo el mundo, incluido el Caribe colombiano, donde la efeméride se vive con gran devoción y afecto.
En esta fecha, familias enteras se congregan con respeto en los camposantos para honrar a sus seres queridos fallecidos. Los cementerios de la ciudad, al igual que las personas, también se preparan para uno de sus días más movidos de todo el año.
Durante la jornada, las flores, especialmente crisantemos, lirios y rosas, adornan las tumbas y se convierten en el símbolo más visible de la celebración, lo que representa un gesto de cariño y manifiesta que aunque estén ausentes físicamente, siguen siendo parte esencial de la vida de sus familiares.
Igualmente es común ver que se limpien y decoren las lápidas, mientras que algunos cementerios organizan misas y actividades religiosas para acompañar a los visitantes en sus oraciones, como es el caso de Jardines de la Eternidad, Jardines del Recuerdo, La Paz y Los Olivos. Entre los lugares con mayor fluencia de ciudadanos también está el Cementerio Calancala y el Universal.
Aunque esta práctica varía entre culturas y países, en Barranquilla y el Atlántico este día se convierte en una ocasión para reafirmar el valor de la familia y el respeto por las raíces. Para muchos, es también un momento de sanación y reconciliación, donde el dolor de la pérdida se transforma en un acto de gratitud.