En los temas de salud esto sí que es una verdad absolutamente innegable: prevenir es mejor y más barato que curar. Justamente eso es lo que se concluye con lo informado por Milena hace unos días sobre lo que le significa a Colombia no prevenir el embarazo en las adolescentes.
¿Quién o qué es Milena? No es una mujer, sino que por su sigla, es la Metodología de Impactos del Embarazo Adolescente en América Latina y el Caribe, utilizada por el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNPFA) que midió por primera vez los costos sociales y económicos del embarazo de la niñez y la adolescencia en Colombia, cuyos resultados se dieron a conocer en días pasados y se soportó en cifras oficiales, estadísticas vitales, censo y proyecciones de población.
Resulta muy interesante y útil la información arrojada por Milena, pues con sus resultados lo que se busca es que los tomadores de decisión tengan un acercamiento al costo de las omisiones en la prevención efectiva del embarazo adolescente y la maternidad temprana, los cuales recaen sobre las mujeres, sobre la actividad productiva del país e, incluso, sobre los ingresos del Estado. Para el logro de ese propósito, este estudio detalla y cuantifica las diferencias entre las mujeres que se embarazaron durante la adolescencia frente a aquellas que postergaron la maternidad para la edad adulta joven (entre los 20 y los 29 años de edad), en relación con participación laboral, ingresos, educación, el gasto del país por la atención del embarazo y el parto en niñas y adolescentes, y el costo para el Estado en términos fiscales.
Así fue que se pudieron conocer los costos del embarazo en la adolescencia analizándose la participación laboral de las mujeres que se embarazaron durante la adolescencia frente a las que postergaron la maternidad, y se cruzó el desempleo para quienes se embarazaron en la adolescencia con el de quienes postergaron su maternidad. El estudio arrojó que un equivalente a 1,1 billones de pesos dejaron de recibir las mujeres que se embarazaron en la adolescencia por su menor participación laboral. De igual forma, estas mujeres recibieron el 23,5% menos de ingresos frente a las mujeres que postergaron su maternidad. En resumen, la brecha de ingresos entre estos dos grupos por este motivo equivale a 3,6 billones de pesos.
Al analizarse el tema del nivel educativo, el estudio demostró que las mujeres que lograron alcanzar un posgrado por haber postergado su maternidad para la edad adulta joven, tienen un ingreso 7.3 veces mayor frente a aquellas que cuentan solo con educación primaria por haberse embarazado en su adolescencia. Se calculó que la pérdida de ingresos en 2018 a causa del abandono escolar asociado al embarazo adolescente y de la menor capacidad de generar ingresos más altos fue de 2,2 billones de pesos colombianos.
Con Milena también se analizó el impacto de la mortalidad materna y el gasto en salud por la atención de quienes se embarazan en la adolescencia. El informe evidenció la muerte de 82 niñas y adolescentes en Colombia en 2018 por causas relacionadas con el embarazo, el parto y el posparto y cuyas edades estaban entre 10 y 19 años, lo que equivale a 4.991 años de vida potencial perdidos por muertes maternas prevenibles en adolescentes. En ese año, hubo un total de 521 muertes maternas registradas, lo que indica que esas 82 niñas y adolescentes representan casi el 16% del total de maternas fallecidas en esa anualidad. El estudio, además encontró que el gasto del sistema de salud colombiano en ese año, por la asistencia a las niñas y adolescentes durante su embarazo, parto y posparto, habiéndose revisado solo el régimen contributivo, superó los 12 mil millones de pesos, que serían recursos que se ahorraría el Estado colombiano si previniese el embarazo adolescente.
Tal vez la conclusión más impactante que arrojó Milena es que el costo para Colombia de no prevenir el embarazo en la niñez y la adolescencia se estimó en más de 5.1 billones de pesos, correspondiente a lo que mujeres que se embarazaron en la adolescencia dejan de generar por sus oportunidades perdidas. Como lo resaltó el estudio en mención, esto corresponde al 0.56% del PIB del país y resulta ser un déficit significativo por la inactividad laboral y el desempleo. Además, por esta razón, Colombia dejó de recibir por el Impuesto al Valor Agregado (IVA) y el impuesto a la Renta Personal (IRP), más de 179 mil millones de pesos.
Con todos estos datos aportados por Milena, queda claro que solamente si el Estado trabaja efectivamente en la prevención del embarazo adolescente y en la atenuación de los efectos indeseados de la maternidad temprana al invertir socialmente desde ahora mismo en niñas y adolescentes, es que se puede lograr que ellas tomen la senda que les permita alcanzar su mayor potencial humano y así se les permita ejercer efectivamente sus derechos como niñas y adolescentes, garantizando la igualdad de oportunidades. Para Colombia esto no es una opción aplazable, es un imperativo urgente y contundente que se garanticen los derechos y las oportunidades para todas las niñas y adolescentes, y así se cumpla con la meta trazada por el país en la fecundidad en la niñez y la adolescencia, dentro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible – ODS, así lo informó Milena.