La toma del poder político en Cuba a inicios de la década de los 60 por parte de un grupo de jóvenes guerrilleros denominados “los barbones”, quienes bajaron a La Habana desde Sierra Maestra expulsando a Batista y sus esbirros de Cuba, despertó en América Latina una ola romántica-revolucionaria. Muchos jóvenes de nuestro país se sintieron atraídos, queriendo repetir la experiencia de Fidel Castro, El Che Guevara y Camilo Cien Fuegos entre otros. Los jóvenes de esa época deseaban emularlos y muchos terminaron siendo los futuros guerrilleros que en nuestra nación desataron más de 50 años de confrontación armada, misma que ha sido la más violentas y prolongada de la historia reciente de América Latina.
Después de este acontecimiento histórico, comenzaron a llegar por millones a nuestro país libros, folletos, periódicos y revistas que contenían las propuestas políticas y filosóficas del materialismo marxista-leninista. Estos textos eran cargados debajo de sus brazos en el sobaco por parte de los miembros del Partido Comunista, conocidos popularmente como “mamertos”.
Militantes del partido comunista colombiano quienes fungían como portavoces y voceros de la URSS en su facción más radical pro socialista, recitaban como si fueran poemas las tesis de abril de Lenin y anécdotas sobre la transformación de la Rusia feudal a la moderna lograda por Stalin. Por su parte, los del MOIR abogaban por la línea ideológica pro China Comunista. Llevaban dentro de sus catálogos un libro rojo el cual era como una especie de Biblia conocido como las cinco tesis de Mao.
Así las cosas, era común para mi escuchar debates de horas en las aulas del Colegio Barranquilla y en la UNILIBRE (Carlos M. Palacio) los cuales en su mayoría terminaban en trifulcas a puñetazo limpio, donde volaban por los techos los escritorios, libros de literatura, matemáticas y la Baldor la cual era usada en las revueltas como un arma contundente o garrote por su tamaño y peso. Nunca llegaron a un acuerdo. Hasta el sol de hoy existe una división profunda, diría que odio entre las diferentes facciones de los integrantes de la izquierda radical en Colombia.
Otra forma de lograr adeptos o militantes, era un mecanismo que llamaban “cáele a palo” primero trataban de persuadir al que consideraban como una especie de simpatizante, si este no accedía, lo encerraban en los baños o lo esperaban a las afueras del plantel educativo, fabrica o en las esquinas aledañas, lo rodeaban y a punta de golpes, lo hacían firmar la solicitud de carnet de militancia.
Estas disputas “ideológicas”, se volvieron cotidianas durante toda la secundaria y durante el tiempo que cursé mi carrera de Derecho. Todo se centraba en unas discusiones absurdas y estériles, se peleaban a dentelladas cuál de los dos regímenes era más exitoso. Las discusiones las ilustraban con películas, en cintas que pasaban en los salones de eventos de las sedes políticas del Partido Comunista (en adelante PC) y el Movimiento Obrero Independiente y Revolucionario ( en adelante MOIR), las charlas eran reforzadas con fotografías que mostraban las caras felices de los Chinos Continentales, Soviéticos, Rumanos, Yugoslavos, Alemanes de Oriente y demás gentilicios de los países del bloque socialista. Las imágenes que mostraban, señalaban los efectos de las maravillas obtenidas a nivel científico, industrial, agrario, los avances sociales en materia de salud, educación, vivienda y saneamiento básico. Estas nos hacían delirar de la envidia.
Después de tantos avatares en el trasegar de mi vida pública, al recordar esos momentos pienso que en realidad se trató de la influencia ideológica más grande que haya tenido nuestro continente después de la cristiana que se dio durante y después de la colonia. Ambas funcionaban de igual manera. Los militantes de la JUCO (Juventud Comunista Colombiana) pertenecientes al PC y los de la JUPA (Juventud Patriótica) del MOIR, de forma casi similar a los testigos de Jehová imponían a sus militantes un número determinado de visitas a efectuar, a su vez que un mínimo de revistas y periódicos del partido que debían vender en los diferentes sectores de la ciudad y municipios del Departamento. Este modelo se replicó de manera sistemática a lo largo del país. Su tarea era la de catequizar a la ciudadanía ofreciéndoles un mundo terrenal, feliz e inmediato, planificado y pensado por Carlos Marx y Federico Engels tal como lo plasmaron en sus obras, esto mediante un trabajo político e ideológico férreo y constante. A diferencia del Cristianismo, que ofrece la salvación espiritual y una vida eterna después de la muerte, el Comunismo lo garantizaba en esta vida desde el mismo momento en que la revolución del pueblo se tomara el poder.
Después de setenta años de la revolución Bolchevique, durante la década de los ochenta, acaecieron diversos hechos históricos los cuales mostrarían al mundo las verdades de los regímenes que gobernaban al otro lado de la cortina de hierro. En su mayoría obedecían un patrón o libreto impuesto por el politburó liderado por Josef Stalin quien dirigía el destino de su nación con mano dura, despótica, sin respeto por los mínimos derechos humanos, quien de manera desatinada y con mano de hierro, pretendía unificar un territorio donde confluían gran parte de dos continentes (Europa y Asia) quince Nacionalidades con más de una docena de distintos idiomas, cientos de costumbres y culturas milenarias, diversos credos y múltiples alfabetos.
Como si se tratara de un juego de dominó, implementó un experimento sin ninguna base científica y sociológica trasladando a pueblos enteros de una región a otra, haciendo así una mescolanza social, cultural, idiomática, con costumbres alimenticias, agrícolas y productivas completamente disimiles, pretendiendo con este ensayo crear un nuevo “modelo de hombre soviético”. Ese experimento, acabo con etnias y tribus completas que habitaban hacía miles de años y cientos de generaciones esta región del planeta. Muchos aldeanos se resistieron, la respuesta del régimen fue crear un cerco físico geográfico donde no permitían la circulación de personas, bienes o servicios básicos y esenciales de los más elementales.
En otras regiones donde no se sometieron, quemaron cultivos, sacrificaron hatos completos, destruyeron todos los equipos para arar y trabajar la tierra, es decir, acabaron con todos los medios de producción y por ende, de abastecimiento alimenticio. Uno de los casos más relevantes es el conocido como el holocausto soviético, donde prácticamente las represalias Estalinistas causaron una hambruna resultante en la muerte de aproximadamente 4 millones de Ucranianos.
Sobre nada de esto había conocimiento del lado occidental de la cortina de hierro. El silencio sepulcral y absoluto junto con el temor reverencial hacia el “Hecho de Acero”, impedía que persona alguna se atreviera siquiera a controvertirlo, quienes lo hicieron pagaron alto el precio frente a un pelotón de fusilamiento, en un gulag y si la suerte acompañada de la gracia divina lo permitía eran exiliados. Hasta después de muerto sus acólitos y el pueblo temblaban con solo escuchar su nombre.
Gorbachov y su equipo de Gobierno introdujeron una serie de medidas conocidas como la Perestroika y el Glasnost, esto fue el principio del fin y disolución de la otrora poderosísima potencia mundial: la URSS. El Orbe comenzó a conocer el fracaso estruendoso y evidente en todos los niveles sociales, económicos y políticos de los países Socialistas donde establecieron ese régimen o sistema de gobierno producto de la división en pedazos de Europa e impuesta por Stalin quien reclamo una porción mayor de la torta. En su ego manía, siempre pensó que él y únicamente el, había derrotado a Hitler y a sus aliados nazis. Al develarse la realidad, al caerse el falso telón, la apertura política y económica le permitió a los habitantes de los países del bloque socialista, conocer las condiciones de vida de las gentes en los países capitalistas, conocer los niveles de vida de otras naciones mediante información allegada por los medios de comunicación, televisión y prensa escrita donde mostraban la realidad del universo gris, las caras llenas de tristeza y desolación de los ciudadanos que vivieron una dictadura de hierro, ejercida por un partido comunista único, que disponía libremente hasta de la propia vida de los que por desgracia tuvieron que vivir del otro lado de la línea. Distinto a lo que mostraban al globo, los líderes de la revolución eran repudiados, odiados por sus pueblos, quienes reclamaban el haberles arrebatado el futuro a varias generaciones.
La China era tan lejana como exótica, antes del año 1978, era poco o casi nada lo que se sabía de ese inmenso y lejano país. Las noticias que llegaban a nuestro continente eran las que el régimen establecido por Mao Tse Tung, máximo líder del partido comunista permitía. Los videos y documentos escritos que llegaban mostraban el crecimiento y auge del coloso de Asia. Lo mostraban como un país fantástico donde era cosa del pasado la nación atrasada, feudal y rezagada. La pobreza absoluta se había logrado extinguir. Él era el amo y señor de ese vasto territorio, su voluntad la impuso por encima de sus contradictores, dentro y fuera de sus filas partidistas, nada se hacía sin su aprobación, emulando a Stalin, Mao Tse Tung implementó el gran salto adelante. Estas medidas políticas económicas y culturales desolaron y arrasaron con gran parte de la República Popular de China. Algunos historiadores, señalan al dictador oriental como el causante de crímenes por encima de Hitler, incluso le dan el calificativo del mayor genocida de la historia.
Al igual que el glasnost establecido por Gorbachov lo que se constituyó en la apertura política de la extinta URSS, en la China su apertura económica y geográfica hacia el mundo en materia de consumo, permitió conocer todo lo sucedido en dicha nación en los más de 70 años de régimen comunista. Los datos históricos, señalan que murieron millones de chinos como resultado de la política impuesta por Mao Tse Tung. La más conocida de ellas, fue la revolución cultural la cual fue el pretexto del dictador para quitar del camino a sus contradictores dentro del partido y de la Nación. Imponiendo sus ideales, recorrió ese amplio territorio acompañado del ejército rojo, el argumento era de evitar filtraciones de ideales burgueses provenientes de occidente, así acabó con poblaciones enteras causando lo que se conoce al día de hoy, como la hambruna de China que dejó millones de víctimas.
La experiencia vivida por varias generaciones de ciudadanos en el mundo socialista por más de setenta años fue desastrosa, millones de vidas sacrificadas, pueblos y etnias completamente extinguidas, expresiones culturales desaparecidas, ríos de lágrimas de dolor causados por decisiones políticas desastrosas y caprichosas, miles de familias separadas sin ninguna posibilidad de que sus miembros pudiesen volver a verse durante sus vidas, países y economías en ruina. Este es en términos generales el resultado de la aplicación de las tesis de Marx, Engels, Lenin y Mao, esta fue la vida terrenal llena de felicidad e igualdad que les ofrecieron a sus pueblos.
En condición de experimento de reportero, interactúe con varios ciudadanos en visitas oficiales y personales que realice a diversos países que alguna vez fueron socialistas. En esta labor y tomando como elemento la parte final y título del alegato de Fidel Castro en su defensa al ser condenado en el juicio del cuartel Moncada: “condenadme, no importa, la historia me absolverá”, formulé a personas mayores y jóvenes la siguiente pregunta: ¿De darse las circunstancias de retornar a un sistema político Socialista como el que vivieron, lo respaldarían? La respuesta al unísono fue un NO rotundo. La mayoría en una especie de reflexión dijeron que si Lenin, Stalin, Mao, Jruschov, Brezhnev y Fidel Castro vivieran, harían un juicio sumario similar al del último dictador comunista, el Rumano NicolaeCeausescu. Los llevarían a todos directamente al paredón y los fusilarían. Arguyeron: “esas barbaridades no debería volverlas a vivir la humanidad”.
Lo paradójico, es que en nuestro país como si las manecillas del reloj giraran en sentido opuesto, el tiempo regresara a los años 70. Aún persisten jóvenes mamertos, que no se han dado a la tarea de estudiar la historia del mundo.
Inmersos en un mar de ignorancia los escucho gritar ¡Viva la Colombia socialista!