Los talibanes prometieron que su regreso al poder supondría volver a la normalidad, pero en Afganistán eso significa el terror. Este jueves, cuando miles de personas se amontonaban en el aeropuerto de Kabul intentando huir a la desesperada del país, se han producido dos fuertes explosiones que dejaron un reguero de muertes. Algunos medios como la BBC, que citaba fuentes sanitarias oficiales, cifraron en 60 los muertos y en 140 los heridos. Una tercera explosión ha tenido lugar horas después en Kabul provocando decenas de víctimas, informa Efe, con lo que el balance final de fallecidos podría ser muy superior.
El Pentágono informó de que al menos 12 soldados estadounidenses fallecieron en los ataques. Un hospital de emergencias de la capital afgana ha informado haber recibido hasta 30 personas con heridas, mientras que otras seis murieron de camino al centro. Fuentes del Ministerio de Defensa han confirmado que no hay bajas ni heridos entre los militares españoles desplegados en el aeropuerto de Kabul, informa Juan José Fernández.
Las dos primeras detonaciones se han producido cerca de una de las puertas del aeropuerto y en las inmediaciones del Hotel Baron, lugar donde los británicos registran las peticiones de los afganos que quieren refugiarse en el Reino Unido. La BBC ha informado también de un tiroteo en la misma zona. “Necesitamos asegurarnos de que la inestabilidad actual no pueda dar lugar a un resurgimiento del terrorismo”, ha dicho el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, en una advertencia de aire premonitorio.
Advertencia por la mañana
Estado Islámico del Jorasán, la filial del grupo yihadista en Afganistán, ha reivindicado esta noche la autoría de los atentados después de que el jefe del Comando Central de EEUU, el general Kenneth McKenzie, apuntara a su responsabilidad. A primera hora de la mañana, Washington y los aliados habían advertido de la amenaza “muy, muy creíble” de un ataque terrorista “inminente” y habían pedido a los ciudadanos del país evitar el aeródromo. La desesperación ha llevado a la mayoría a no seguir las instrucciones. “La gente no quiere moverse, es tal su determinación de abandonar este país que no tienen miedo ni a morir”, ha explicado a Reuters un funcionario de la aviación civil afgana.
Estado Islámico Provincia de Jorasán fue fundado el año 2015 pero, a diferencia de lo sucedido en Siria e Irak, nunca había podido consolidar su posición en el país a causa de la presencia de los talibanes. La retirada occidental puede convertirse en una oportunidad para que los terroristas ocupen ese vacío a base de una ola de ataques. “No estaríamos diciendo esto si no estuviéramos realmente preocupados por ofrecer al Estado Islámico un objetivo simplemente inimaginable”, apuntó en su advertencia el ministro de Defensa británico, James Heappey.
Retirada internacional
La conquista de Kabul por parte de los talibanes activó una agónica cuenta atrás: los yihadistas dieron de margen hasta el 31 de agosto para que las fuerzas aliadas evacuasen a su personal y abandonasen el país. La retirada militar de Washington ha desembocado en una situación caótica, llevando a miles de afganos a acercarse al aeropuerto en un intento de buscar una vida mejor lejos del nuevo régimen integrista. Las imágenes de ciudadanos subiéndose a las alas del avión y cayéndose de ellas en pleno vuelo dieron la vuelta al mundo.
Este martes, el portavoz de los talibanes, Zabihulá Muyahid, aseguró que la fecha límite pactada con Washington no se prorrogaría y prohibió a los afganos acceder al aeropuerto. Salir del país quedaba reservado solo a las potencias extranjeras, que en las últimas horas se han apresurado para retirar todo su personal de Afganistán ante el evidente deterioro. Alemania, Bélgica, Dinamarca, Canadá y los Países Bajos han cerrado la evacuación este jueves, mientras que Francia ha asegurado que finalizará las maniobras el viernes, algo que también podría hacer España.
En los 11 días que llevan evacuando a gente, las tropas aliadas han conseguido sacar del país a alrededor de 95.700 personas. Sin embargo, dejan por el camino a miles de afganos que, como confesó este jueves el presidente francés Emmanuel Macron, “no podemos proteger”. “Nadie esperaba una situación tan brutal y tan rápida en Kabul”, añadió. Para muchos de ellos, Afganistán se convertirá en una prisión.
Estas últimas semanas los talibanes han prometido que su regreso al poder no implicará un regreso medieval del país, que respetarán los derechos de las mujeres y de las minorías religiosas del país y que no actuarán con sed de venganza. Incluso han dado ruedas de prensa para explicar que garantizarán la libertad de los medios de comunicación. Pero todo ese puede ser un espejismo. Y es que este jueves un reportero y un camarógrafo del canal de noticias Tolo fueron agredidos por los talibanes “a punta de pistola” en plena calle en Kabul mientras realizaban un reportaje.
La ONU denunció el martes haber recibido informes creíbles que documentan violaciones de los derechos humanos entre las que destacan las ejecuciones de militares y civiles o la prohibición de que las mujeres vayan a la escuela, una medida que los talibanes aseguraron que sería “temporal”. Mientras la cuenta atrás para la evacuación occidental se estrecha, Afganistán se asoma al abismo de una nueva era oscura de represión.