Si al leer esta historia se le asemeja a un caso de la vida real, le aclaro que es pura coincidencia.
Lucumí es un buen muchacho certifica de manera “imparcial y objetiva” la mamá; Lucumí es un buen vecino dicen en el barrio, Lucumí es servicial, alegre y dicharachero dicen sus amigos; Lucumí es un peligro con poder y presupuesto público dicen sus detractores; todos aterrados y molestos por la habilidad que ha mostrado el personaje para escalar y desplazar a muchos, incluso más veteranos, con trayectoria y reconocimiento por su capacidad para lagartear en el convulsionado mundillo político local.
Como un auténtico huracán pasó por el suroccidente dejando muchos estragos y también damnificados; líderes de esa localidad aseguran que no saben cómo hizo, pero finalmente hizo hasta para “vender”, lo extraño es que en lugar de debilitarse y quedar fuera del juego político, fue todo lo contrario, el inquieto Lucumí “se cayó pa´rriba” como se dice en las esquinas.
Hoy luce fortalecido, desde la cosa pública, en posición de privilegio y siempre de la mano de la comunidad a la que por estos días le da mucha participación, repartiendo corbatas, amarrando ediles y presidentes de juntas de acción comunal, pellizcando aquí y allá, pone los cimientos a su próximo objetivo.
Comenzó como un simple cuchicheo, hoy todos lo comentan, nadie lo delata, Lucumí va de frente, está en campaña y quiere ser el candidato del corazón del Senador Artur para la Cámara de Representantes.
El bochinche está prendido al interior de Cambio Radical justo en este momento en que empiezan a barajarse nombres para la conformación de listas al próximo debate electoral para congreso, hay una bola de candela que corre y quema, le llaman Lucumí, tiene hambre de poder y en su partido, ni aún los más intrigantes, saben cómo descifrarlo ni mucho menos controlarlo.
A pesar de todas sus “travesuras”, Lucumí es hoy el pechiche del Senador Artur, mientras todos se preguntan: y cómo lo hace? Por qué a Lucumí, como el teflón nada se le pega? tiene embaucado a su jefe político, hay quienes van más allá y dicen que lo tiene embrujado.
A propósito y buscando una explicación a tanto “cariño político” me encontré con la fuerte versión que el negro Lucumí maneja con mucha habilidad y acierto la brujería proveniente de su lejano origen africano, Mozambique.
Un espía radical asegura que en un rincón de su casa, el controvertido personaje levantó un altar con una foto gigante del Senador en plaza pública, a un costado unas fotos pequeñas de otros miembros del partido, mientas fuma el tabaco, agita y baila la macumba adora y domina a su jefe político, pero a otros como Lorduy y Aguilera, a los que considera rivales directos, les lanza conjuros, rezos y escupitajos para sacarlos del camino. Todo este ritual sumado a una dosis diaria de cien gotas de lambonería, es la fórmula de alta efectividad que convierte a Lucumí, por el momento, en intocable e indestructible, firme, da como un hecho, será el pollo consentido del Senador Artur en la lista a cámara. Definitivamente, digan lo que digan con Lucumí no hay quien pueda…Dios, libranos de la macumba…¡Seguimos bateando!
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