Las aves carroñeras de la política, de la vida pública y también acomodadas en algunos medios de comunicación, siempre estuvieron al acecho durante el aislamiento preventivo obligatorio, esperando para dar un golpe certero, y la muerte del taxista abogado Javier Ordoñez en una situación de claro abuso de la autoridad policial, se convirtió en el pretexto ideal para que de inmediato activaran su maquiavélico plan de las marchas de protesta, que ellos presentan como “tiernas e inofensivas” y resultan ser hordas de vagos, resentidos, en muchos casos drogados, igual con una sobredosis de odio en sus almas, con sed de atacar, matar y destruir todo lo que encuentran a su paso.
No es que les haya dolido la muerte del taxista abogado, según vecinos no era precisamente una hermanita de la caridad, no es que el difunto Ordoñez tuviera más viudas que el mismísimo Juan Charrasquiado, es que hay oscuras fuerzas interesadas en no dejar gobernar, en que todos los procesos se estanquen, le apuestan a desestabilizar el país y luego presentarnos en la campañapresidencial de 2022 a cualquier “caramelo repetido” con la vieja y fracasada perorata marxista-leninista, hoy conocida como chavismo, como la gran solución y camino único de la salvación.
Que la Policía Nacional de Colombia no es la mejor, es cierto, que comete errores, es cierto, que tiene en sus filas algunos malos elementos, también es cierto, que debe mejorar, es verdad, pero también tiene logros y cosas positivas que mostrar, lo que no hay derecho es a montar una infame campaña de desprestigio contra la institución para justificar propuestas indecentes y descabelladas de reformas para llevarla a su más mínima expresión.
Este difícil momento debe ser aprovechado para tomar trascendentales decisiones, la PolicíaNacional debe recibir un fuerte espaldarazo que conlleve a un profundo proceso de reingeniería, anuevos y efectivos métodos de selección del personal policial, que sus integrantes estén allí por convicción y vocación de servicio, no por falta de oportunidades en otros campos, que la institución sea fortalecida integralmente, recupere la confianza de los ciudadanos serios, honestos y sea el terror para delincuentes, vándalos y degenerados.
Llama la atención que luego de tres días de marchasgenerando violencia, vandalismo, robos y destrozos en las principales ciudades del país, subiera al escenario la alcaldesa de Bogotá, Claudia López, tradicional protagonista de discurso incendiario, en esta ocasión encarnando el papel de “palomita de la paz”.
Siempre será positivo que alguien quiera mediarpara sofocar las llamas de cualquier conflicto, pero en este caso quedó al descubierto que las “buenas intenciones” jamás existieron, finalmente la alcaldesa bogotana “peló el cobre” se empeñó más en buscar ridiculizar al Presidente Duque y acaparar las primeras planas, mientras su acto de reconciliación terminaba convertido en apología a la hipocresía y el populismo.
Y como lo más fácil es destruir, ya el famoso comité nacional de paro anunció que está planeandocontinuar con sus viejas mañas de palos a la rueda de la producción, convocatoria abierta a incendiar el país, justo en el momento que Colombia más necesita la unión de todos los sectores, aplicando estrategias, ojalá exitosas de reactivación a la economía nacional.
El mensaje para los jóvenes que exponen sus vidas, dejándose manipular por falsos próceres de extraña ideología: muchachos, a estudiar, a trabajar incansablemente, a producir, con mucha fe y disciplina, esa es la única fórmula exitosa para superar la pobreza absoluta y brindar calidad de vida a nuestras familias, lo demás son puros cuentos zurdos…¡Seguimos bateando!
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