Por: Yasher Bolívar Pérez
El papa Francisco falleció este lunes en Roma, a los 88 años, dejando como legado no solo una profunda transformación de la Iglesia Católica, sino también una entrañable historia de amor con el fútbol, especialmente con San Lorenzo, su club del alma. Socio número 88.235, Bergoglio nunca ocultó su fanatismo por el equipo azulgrana, al que siguió desde la infancia, asistiendo a partidos en El Gasómetro y celebrando títulos como el de 1946, que marcó su memoria para siempre.
Desde el Vaticano, rompió el protocolo más de una vez para recibir camisetas, delegaciones e ídolos del fútbol. Maradona, Messi, Buffon o Baggio pasaron por sus audiencias. Con Diego compartió un momento emblemático durante el “Partido por la Paz” en 2014, y con Messi una relación de mutua admiración. Aunque no vio en directo la final del Mundial de Qatar 2022, confesó que siguió con atención el camino de la selección y que, más allá del resultado, le dejó una reflexión sobre el alma argentina.
Francisco también encontró en el fútbol una vía para el encuentro entre culturas, religiones y generaciones. Convocó a deportistas para impulsar la paz, defendió el valor social del deporte y lo entendió como una expresión de alegría, lucha y esperanza. Hoy, el mundo del fútbol despide a uno de los suyos: no solo al Papa, sino al hincha, al argentino apasionado que llevó sus colores hasta el corazón de Roma.