Ester Julia Camayo no era solo una mujer del Cauca. Era una lideresa indígena, comunera del territorio ancestral La Concepción y parte activa de la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos (ANUC). Su voz representaba la de muchas comunidades rurales e indígenas del norte del Cauca, pero el estruendo de un carro bomba la silenció este Jueves Santo en Mondomo, Santander de Quilichao.
La tragedia no solo cobró su vida, sino que dejó heridas a su hija y a varios compañeros del proceso campesino que luchaban junto a ella. El atentado ocurrió en un corregimiento marcado por el abandono estatal y el asedio constante de grupos armados ilegales. Según Indepaz, el ataque fue producto de la activación de un artefacto explosivo cerca de donde se encontraba la lideresa.
Las alertas estaban sobre la mesa. La Defensoría del Pueblo había emitido la Alerta Temprana 036/23 para este territorio, y la 019/23 enfocada en la protección de líderes sociales y defensores de derechos humanos, advirtiendo sobre el riesgo permanente que enfrentan por ejercer su labor. Pero el eco de estas advertencias no bastó para evitar esta nueva pérdida.
El Frente Jaime Martínez, el Frente Dagoberto Ramos del Bloque Occidental Jacobo Arenas y otras estructuras criminales continúan imponiendo su ley en la región, a través del miedo, el control social y la violencia sistemática.
Hoy, la comunidad del Cauca llora a Ester Julia Camayo, pero también exige garantías reales para vivir, resistir y liderar en paz. Porque su muerte no puede convertirse en una más entre las estadísticas del olvido.