El fundador de WikiLeaks, Julian Assange, amaneció este jueves como un hombre libre tras pasar su primera noche en Australia, donde llegó la víspera tras declararse culpable de espionaje ante un tribunal en un territorio estadounidense en el Pacífico, y con el objetivo ahora de buscar su perdón.
En Camberra, una ciudad tranquila pese a ser la capital de Australia, todo volvió hoy a la normalidad tras la dramática llegada de Assange, mientras que los periodistas trataban de buscar declaraciones de familiares del fundador de WikiLeaks a pesar de que su mujer, Stella, pidió ayer que respeten su privacidad.
En las calles, algunos viandantes se negaron a comentar la puesta en libertad de Assange, aunque otros australianos celebraron con júbilo su vuelta a su país natal.
La esposa de Assange pidió anoche “tiempo” y “espacio” para que su marido pueda recuperar su salud tras 14 años de litigios legales en Reino Unido, donde estuvo siete años refugiado en la Embajada de Ecuador y cinco en una cárcel de alta seguridad.
En una rueda de prensa en Camberra, la abogada hispanosueca también dijo que el objetivo en el futuro será, por el interés de la libertad de prensa, presionar para que Estados Unidos reforme la Ley de Espionaje y aplique el perdón a su marido.
Los abogados del fundador de WikiLeaks, que hizo públicos supuestos crímenes de guerra de EE.UU. con la mayor filtración de documentos confidenciales de este país, celebraron ayer que Julian Assange lograra su libertad tras el acuerdo con la justicia estadounidense, pero advirtieron que el caso sienta un peligroso precedente para la libertad de prensa.