Por: José Caballero
En la región Caribe, un oscuro fantasma recorre los hogares y las empresas: la crisis energética y el racionamiento del gas. El primero lo conocemos muy bien y el segundo pareciera se nos suma ahora como una prueba más de resiliencia para todos los caribeños.
Esta situación, debo aclarar, no es responsabilidad únicamente de este gobierno sino que ha venido gestándose durante años y al parecer, según expertos, estaría alcanzando un punto crítico en estos momentos.
Por un lado, la falta de suministro de gas para las industrias, socava la competitividad de las empresas y en última instancia, amenazaría con extenderse a los usuarios residenciales. Por otro lado, las suspensiones del servicio de energía eléctrica cada vez son más frecuentes debido a supuestos mantenimientos, sumado a los cortes del servicio en barrios subnormales; estas acciones afectan la calidad de vida y bienestar de los habitantes, que en medio de su desespero bloquean algunas vías exigiendo el restablecimiento del servicio, como era usual en la época de Electricaribe.
Es esencial que el gobierno, la Comisión de Regulación de Energía y Gas (CREG), los congresistas, las empresas e incluso las comunidades aborden esta problemática en busca de soluciones consensuadas en el marco de ejercicios de gobernanza. No debe desestimarse ningún argumento, ni mucho menos inferir que los llamados de alerta por parte de algunos gremios como ASOCODIS (Asociación Colombiana de Distribuidores de Energía Eléctrica) son solo amenazas. Sin duda, este es un problema complejo que requiere importantes recursos financieros, por lo tanto, un diálogo amplio y diverso entre todos los involucrados es fundamental.
Si a todo lo expuesto anteriormente le sumamos la controvertida propuesta del presidente de incluir una tarifa adicional en el servicio de energía eléctrica para financiar los sistema de transporte masivo de las diferentes ciudades, se aumenta la preocupación. No son menores los casos, de las familias costeñas que tienen que decidir entre comer o pagar el recibo de electricidad. A todas luces, la propuesta del gobierno, pareciera no tener en cuenta las tensiones que genera en la Región Caribe la deficiente prestación del servicio de energía y lo costoso de las tarifas, por lo que sería importante identificar otros mecanismos para enfrentar los retos de los sistemas de transporte masivo, buscando fuentes de financiamiento más equitativas que no recaigan exclusivamente sobre los usuarios de la electricidad.
No podemos permitirnos ignorar este “fantasma” ni seguir en el statu quo. Necesitamos soluciones de fondo, no más pañitos de agua tibia. La crisis energética sumada a la del gas se podría convertir en una bomba de tiempo que nadie sabe dónde puede terminar, y ojalá no lleguemos a saberlo.