Por: Leyton Daniel Barrios Torres
Las ideas de cambio han sido siempre tema de discusión en la política colombiana. Cada nuevo aspirante, candidato o recién llegado gobierno proclama ser la verdadera opción para un presente y futuro mejor, prometiendo transformaciones significativas en el país y en las diferentes regiones y territorios. Se caracterizan por hablar de cosas jamás vistas y hechas. Se aluden como el hito.
Al parecer, el síndrome de Adán termina por ser la medida de todo en estas propuestas de gobierno, pues su ideario se desconecta de las reales necesidades del entorno, a fin de construir una narrativa muy propia y subjetiva que hace creer que lo que actualmente existe o lo que otros gobernantes han logrado sencillamente no tiene valor o simplemente se desconoce.
Desde la promulgación de la Constitución Política de 1991, con la que Colombia se reconoce como un Estado social de derecho, organizado en forma de República unitaria, no ha habido gobierno que no se haya dejado seducir por la megalomanía y la grandilocuencia en su discurso. Sin embargo, las promesas del esperado cambio, dirigido por esos presuntos hombres buenos y probos, terminan reducidas, en la práctica, al mismo escenario incongruente que ha marcado la historia política de nuestra nación: escándalos sobre chuzadas, dineros oscuros, desvío de recursos públicos, abuso del poder, amiguismos, tráfico desvergonzado de influencias, intentos de censura a la libertad de expresión, solapados nepotismos, alocuciones populistas y amenazantes, etc.
Sucesos que, sin duda, han manchado la legitimidad de los distintos mandatos y causantes directos del gran descontento de la comunidad.
A diez meses de recibir la banda presidencial, Gustavo Petro ha empezado a dar ya indicios de que su gobierno no romperá tal tendencia. No ha habido semana en que, de la Casa de Nariño o de parte de su gabinete ministerial y staff del alto gobierno, no lleguen idénticas y poco halagüeñas noticias.
Afortunadamente, en medio de la desesperanza que produce ser defraudado a tan gran velocidad por las hoy ilusorias proclamas de un mejor vivir, vienen existiendo, desde el año 2008, irrefutables motivos para seguir creyendo: Barranquilla, con su espíritu joven y su productiva rebeldía, ha vivido el verdadero gobierno del cambio.
El liderazgo del Partido Cambio Radical, desde la Alcaldía del Distrito de Barranquilla, ha sido el responsable de que hoy podamos afirmar tal realidad. Su clara idea de gobiernos efectivos, basados en su capacidad para impulsar el desarrollo, ha sido la clave para que la ciudad diera y siga dando saltos en el concierto nacional, incluso internacional, que merecían las gentes de estos territorios marginados por la visión parroquial venida del altiplano cundiboyacense.
Un indiscutible golpe de autoridad y de historia.
En concreto, Cambio Radical ha tenido un enfoque dirigido a la consolidación de una infraestructura acorde a las necesidades de un mundo más exigente. Bajo la guía de sus cuadros, Barranquilla ha experimentado una importante transformación urbana. Se han llevado a cabo proyectos de construcción y modernización de vías, puentes, parques y espacios públicos. La ciudad ha experimentado una mejora significativa en la movilidad y la accesibilidad, lo que ha contribuido a dinamizar la economía local y mejorar la calidad de vida de los habitantes.
Otro logro destacado de los gobiernos de Cambio Radical ha sido el impulso al sector educativo. Resalta lo invertido en la construcción y el mejoramiento de infraestructuras educativas, así como la implementación de programas y proyectos que promueven la calidad de la educación en la ciudad. Se han construido y renovado numerosas escuelas y colegios, se han fortalecido las iniciativas de formación y capacitación docente, y se han implementado programas para garantizar el acceso equitativo a la educación de calidad.
Igualmente, dichos gobiernos han estado marcados por una clara visión de desarrollo económico. Han promovido, sin descanso, la atracción de inversionistas, la generación de empleo y el impulso al sector empresarial en Barranquilla. A partir de ellos, se ha diseñado y dado puesta a punto a estrategias para el fomento del emprendimiento. Han propiciado espacios de apoyo a los pequeños y medianos empresarios, y han logrado alianzas público-privadas para impulsar proyectos de desarrollo económico y turístico en la ciudad.
Nada se ha escapado del ideario de los gobiernos locales de Cambio Radical, pues también han venido apostando por la cultura y el deporte, entendidos como pilares fundamentales de su gestión. Bajo esa lógica, se llevaron a cabo importantes eventos culturales y deportivos de talla nacional e internacional, que permitieron dar un inmejorable posicionamiento de Barranquilla como una ciudad dinámica y atractiva para el turismo y la inversión. Como era apenas natural, planearon y ejecutaron obras tendientes a la creación y mejoramiento de espacios destinados para la cultura y el deporte, como teatros, centros culturales, parques recreativos y escenarios deportivos.
En resumen, la gestión de Cambio Radical, en su paso por la Alcaldía Distrital de Barranquilla, se ha caracterizado por la capacidad de liderazgo, tenacidad, visión de desarrollo, pertinencia y ejecución efectiva de proyectos. El avance en infraestructura, educación, desarrollo económico, cultura, deporte y seguridad es más que notorio. Pero aún falta mucho, porque la ciudad debe recuperar ese tiempo en que fue sumida por políticas nacionales mezquinas y por gobernantes locales de poco olfato y nulas aspiraciones.
El verdadero gobierno del cambio sigue más vivo que nunca. Y Barranquilla siempre lo ha sabido.
*Abogado especialista en Derecho Administrativo, Magíster en Derecho y concejal del Distrito de Barranquilla.