Se trató de un sujeto que salió aventajado en la isla de Cholón en Cartagena, hasta donde llegó con un aire de “gringo”, ordenó y consumió alimentos, terminando con botellas de whisky del más caro, los que le sirvieron además de digestivo ante las suculentas mojarras degustadas, pero luego con el asomo de la borrachera, salieron a flote sus raíces verdaderas, muy distantes a las del país del norte paralelo a una inolvidable tumbada a los vendedores más avispados del Caribe.
Al estilo de las vainas de mi pueblo bajo un disfraz carnavalero en un escenario paradisíaco como las playas de Cholón, cerca de Cartagena, este criollo criollo como el “Bollo eýuca”, cuya identidad se desconoce, simuló ser un turista extranjero, y pronunciando algunas palabras en inglés que mezclaba con otras en español, solicitó que lo atendieran en uno de los establecimientos del lugar.
Ante la presencia del forastero los empleados le acomodaron una mesa con perfecta vista al paisaje, y le brindaron su mejor atención.
El tipo se mostró de gustos refinados: solicitó una botella de whisky Buchanan 18 años, uno de los más caros del bar del negocio, y se sentó a contemplar el hermoso panorama que engalanaban también bellos cuerpos que salían y entraban al mar, o paseaban en motos acuáticas.
En medio de ese ambiente acogedor y tras paladear varios tragos de la bebida, el “gringo”, como empezaron a llamarlo los empleados del sitio, se lanzó al agua a darse su respectivo baño salado.
Sin perderlo de vista lo vieron regresar a la mesa que le tenían asignada.
El mar, la bebida, la vista y el paso de las horas, como que abrieron el apetito del hombre, que entonces decidió saciar la hambruna y meterle el diente a una apetitosa mojarra fresca, adobada con la sazón que ha hecho ganar fama a los restaurantes de la isla.
Tras unos refrescos para pasar el frugal almuerzo que acaba de disfrutar, el “gringo”, terminó de paladear lo que quedaba de whisky.
En ese momento los empleados del negocio comenzaron a inquietarse, y decidieron pasarle la cuenta de lo que había consumido.
“Ahí fue Troya”. El tipo al que habían atendido generosamente y a quien llamaban “el gringo”, al parecer, les hizo saber que no tenía con qué pagar el whisky, la mojarra, y los refrescos consumidos. Es más llegó a decir ‘no entender’ cuando le cobraban.
La situación empezó a tornarse un tanto violenta, el tipo fue rodeado para que no escapara al tiempo que era objeto de toda clase de insultos y señalamientos de avivato.
Los ánimos se caldeaban cada vez más, al punto que fue necesaria la intervención del personal de guardacostas para evitar una agresión.
El supuesto vivaracho y su disfraz carnavalero de “gringo” fue trasladado a Cartagena para solucionar ante las autoridades locales el tremendo lío de una cuenta que se dice llegó al millón de pesos.
El incidente se hizo viral en redes sociales, y la mayoría de los comentarios de los usuarios giraban en torno a que se les hacía difícil entender cómo a unos comerciantes y empleados de esta isla, tan curtidos en el manejo de clientes extranjeros, fueron objeto de semejante vivo con su “disfraz de gringo”.