“En la ficción solo cuentas con tu instinto y con tu oído”
Se trata de su primer libro bajo el título ‘Amarillo Sangre’, una novela ambientada en Barranquilla, ciudad de origen del autor, quien además en su vida profesional dedicó un poco más de 12 años a la crónica roja.
El escritor barranquillero Juan Alejandro Tapia lanzó su primera novela ‘Amarillo Sangre’, cuyo personaje principal es un reportero de crónica roja, que en su oficio, se encuentra con un caso que le cambiará la perspectiva, ambientada en Barranquilla.
La obra muestra las complejas relaciones que se tejen en el periodismo, entre jefes y subalternos, reporteros y sus fuentes, e incluso la voraz competencia entre colegas, con personajes que esconden motivaciones oscuras y cada tanto los salpica la tragedia de un país como Colombia, donde los hechos terminan teñidos de amarillo sangre. Esto nos contó el novelista sobre esta historia.
¿Cómo fue el proceso de escritura de su primera novela Amarillo sangre? ¿De qué forma llegó esta historia a su vida?
Es curioso porque lo frecuente es que primero llegue la historia y después el título, pero yo supe desde mis comienzos en el periodismo que un día iba a escribir una novela y que esa novela llevaría por título Amarillo sangre. Duré doce años en el cubrimiento de casos de crónica roja y estoy convencido de que es la mejor escuela narrativa. En cuanto a la historia como tal, Amarillo sangre se vale del género policiaco para mostrar una cara poco conocida del periodismo, la del reportero cargaladrillos de un diario de impacto o amarillista. Por lo general el proceso es a la inversa: utilizar el periodismo como excusa para abordar un crimen. Acá el asesinato de un antiguo jefe de Hacienda de Barranquilla es el pretexto para hacer una reflexión descarnada de la profesión desde lo más bajo. Es una novela que descubre al periodista en su condición más íntima y humana, con sus miserias, prejuicios, rivalidades, pero, también, con su dedicación, malicia, capacidad de análisis y, ante todo, deseo de servir. Más que una historia central hay un hilo conductor a lo largo de los cuatro capítulos del cual se prenden, como enredaderas, las historias de los personajes, que terminan por ser lo más importante.
¿Se trata de una novela de tipo autobiográfico debido a las similitudes entre el escritor y el protagonista de la historia?
No es autobiográfica, es ficción de comienzo a fin. Lo que sucede es que la ficción se alimenta de la realidad, pero no deja de ser ficción. El protagonista de mi novela, Joaquín Higuera, es un reportero de crónica roja que ronda los cincuenta años y tiene rasgos físicos similares a los míos, hasta ahí daría para pensarlo. Pero cuando te sumerges en las páginas te encuentras con que las características que marcan su personalidad son la soledad y la frustración. Es un tipo que piensa que ha echado su vida a la caneca de la basura por dedicarse de lleno al periodismo. Por fortuna no me sucede igual porque nunca he creído eso de que el periodista debe estar disponible 24 horas ni lo que te decían en la universidad cuando empezabas la carrera: “No se gana, pero se goza”. Hay frases y conceptos que nos han hecho mucho daño, pero que las nuevas generaciones ya están dejando atrás. Lo mismo ocurre con otros personajes, lugares y situaciones, el lector puede experimentar un déjà vu, pero es solo eso, un fantasma de su inconsciente.
“En la ficción solo cuentas con tu instinto y con tu oído”: el escritor Juan Alejandro Tapia lanza novela
“Una Barranquilla turbulenta que emerge ante los ojos del periodista como una ciudad extraña, y en la que todos llevan una máscara y no precisamente de Carnaval”, se lee en la reseña del libro ¿Cómo recreó esa Barranquilla que pocos detallan?
Es una sensación común en los ciudadanos de mi generación y anteriores, es decir, de los años ochenta hacia atrás: caminar por una ciudad que no conocemos. La Barranquilla de hoy es una urbe distinta a la que vive en nuestros recuerdos. Esto no es malo ni bueno, pero nos llegó tarde, de sopetón. En el lapso de unos quince años cambió no solo el entorno, sino el modo de vida, a diferencia de transformaciones urbanas graduales como las de Medellín o Bogotá. Y no solo en cuanto a lo físico, en el plano subjetivo ocurre lo mismo. Barranquilla siempre ha sido asociada con alegría, baile, jolgorio, pero no hay Carnaval sin máscaras ni disfraces y esa es su otra cara. En Barranquilla suceden cosas extrañas y son muy pocos los ciudadanos que se preguntan por qué y para qué, y más escasos todavía son los periodistas que lo hacen.
En la novela vuelca muchas problemáticas del periodismo actual en Colombia y en una ciudad como Barranquilla ¿Cómo ve el panorama de esta profesión? ¿Qué le preocupa?
Los periodistas, en general, hemos cedido nuestro espacio y nuestra voz a las redes sociales. Son los ciudadanos de distintas ocupaciones los que están haciendo nuestro trabajo, unos bien, muchos mal, algunos mejor que nosotros. Y empleo el verbo ‘ceder’ porque ese espacio no lo perdimos, lo cedimos, lo entregamos sin dar la pelea y ya es prácticamente imposible recuperarlo. En cuanto a Barranquilla, me llama la atención lo mal que se escribe. Y no me refiero a la falta de historias bien contadas, crónicas o reportajes de premio, sino a la simple redacción de un párrafo noticioso. Hasta el registro frío, escueto, está mal hecho, no tiene vida, carece de pasión. Si no escribimos bien, que es lo esencial, para qué ponernos a pensar en presiones políticas o económicas. La mayor presión es la falta de calidad.
¿Cómo es su método de trabajo a la hora de escribir ficción?
Escribir no es un placer, el placer es leer. Leer a los demás, digo, jamás a uno mismo. Uno no se lee, se relee, que es otro verbo. Escribir cuesta, frustra, desgasta, mucho más tratándose de una obra de ficción. Es una lucha interna. Los datos, eso que en el periodismo llamamos investigación de campo, son una malla de seguridad para el reportero. En la ficción, en cambio, solo cuentas con tu instinto y con tu oído. Porque se escribe con el oído, es el sentido más importante para un escritor, el que lleva el ritmo de la narración.
¿Cuáles considera son sus mayores influencias literarias?
Leonardo Padura, Tomás González, Vargas Llosa, García Márquez, Laura Restrepo, Santiago Gamboa. En ese orden.
¿Tiene otra novela en mente? ¿En qué anda trabajando actualmente?
Trabajo en una novela, esta sí autobiográfica, que inicialmente lleva por título El cuarto de al lado y es la historia de mi padre, un hombre lleno de contradicciones que podía ser violento y amoroso, burdo y delicado, culto y malhablado, un hombre que era capaz de hacer cualquier cosa con sus manos y que dormía en una pequeña habitación junto a la mía, que convirtió en su taller de pintura. Era, también, dueño de un pasado singular, como de telenovela mexicana.
¿Dónde se puede adquirir el libro en línea?
La novela puede adquirirse tanto en su edición impresa como digital en las plataformas de Ita Editorial, Amazon y Barnes & Noble.
Sobre Juan Alejandro Tapia
Juan Alejandro Tapia nació en Barranquilla en 1975. Es un periodista con 25 años de experiencia en los más importantes medios del país. Ha recorrido medios como El Heraldo, Blu Radio, ADN (El Tiempo) y Q’hubo.