El Atlántico recordará el 2022 como el año en el que estuvo al frente de la presidencia de la Asamblea el más gris, intrascendente, superfluo y frío personaje de las últimas décadas: Federico Ucrós Fernández.
Intrascendente porque en este periodo la Duma perdió protagonismo e importancia en el contexto político del Atlántico.
La figura del presidente de la Asamblea era antes respetada en los municipios, buscada por los medios de comunicación como referente informativo y fuente frecuente de consulta, para tratar temas inherentes al acontecer del departamento, no obstante, Federico Ucrós se dedicó a rehuir de los medios, a los que siempre ha despreciado, pero lo más grave: a no darle la cara a la gente de los municipios del Atlántico.
Las actividades de la presidencia de la Asamblea en 2022, estuvieron repletas de imposición de condecoraciones, homenajes, actos folclóricos, integraciones y muy poco trabajo serio, por la sencilla razón que el presidente se concentró en agotar su agenda, que está lejos de ser la de la gente del Atlántico.
Ucrós, que parecía más un funcionario de la administración departamental que el presidente de un poder independiente, pasó con mucha pena y nada de gloria, hecho que hoy se podría corroborar preguntándole a cualquier líder de municipio o corregimiento del departamento sobre la trascendencia de su papel como cabeza visible de la Duma.
Ausencia de debates de control político, total distanciamiento de los territorios, poca empatía con las necesidades de los habitantes del Atlántico y un inexistente compromiso de la Asamblea con el pueblo, caracterizaron el gris periodo de Federico Ucrós Fernández.
Nunca hubo un pronunciamiento firme, ni una posición política de defensa del departamento, que mostrara el talante y grandeza de Ucrós frente a problemas como la inseguridad, hambre, desempleo y otros padecimientos.
Fue un tiempo perdido y hasta los conductores al servicio de la Asamblea tuvieron que acudir a los medios de comunicación en búsqueda de una solución para el pago de sus honorarios, ante la negativa de Federico Ucrós de escucharlos y resolverles sus demandas.
Ni siquiera el hecho que se acercaba la Navidad y estos hombres no tenían como comprarle los juguetes a sus hijos o preparar una cena digna, conmovió el frío y gris presidente Ucrós.
Y es que Ucrós creyó que la Asamblea del Atlántico podría ser manejada a su imagen y semejanza, es decir, como si estuviera trabajando solo para el estrato seis de Barranquilla y no para 22 municipios que están padeciendo una crisis social muy fuerte.
Todo este comportamiento tiene una explicación si se tiene en cuenta que Ucrós, proveniente de una de las familias tradicionales del “Casco Viejo” de Soledad, siendo el producto de una especie de simbiosis de su fallecido tío Pedro Ucrós y del senador Efraín Cepeda, porque del primero quiere imitar su estilo de vida y del segundo hasta la forma de hablar, vestirse, pasando por la marca de reloj que usa.
Pero, como el hábito no hace al monje, el resultado de esa simbiosis, es un personaje frío, elitista, distante, al que le fastidia la gente y que cree que Soledad es lo que se vive en su inmensa mansión del centro del municipio, donde habita acompañado de su perro y una servidumbre que atiende las demandas de todo orden.
“El hecho de que Fico hable o se vista como Fincho Cepeda, no lo convierte en Cepeda, pues el senador es un hombre firme de carácter, que siempre ha trascendido en el escenario nacional y Fico es más farándula que otra cosa”, señaló un miembro del grupo político del senador conservador Efrain Cepeda.
Es por eso, que era común ver a Federico Ucrós más preocupado por el color de la indumentaria que deberían llevar puesta los diputados para un acto de condecoraciones, que por los problemas del departamento.
“Fico parece más un diseñador de Jon Sonen que el presidente de la Asamblea, pues estaba pendiente de la ropa y la forma de vestir para los eventos que de los asuntos realmente importantes”, comentó con sorna un diputado.
La despedida del frío y gris periodo de Federico Ucrós, se dio hace unos días en su lujosa mansión de Soledad, donde atendió a sus colegas diputados y a funcionarios de la Gobernación del Atlántico, repartiendo comidas, bebidas y picadas como si no hubiera mañana.
Gran reto tendrá Welfran Mendoza, quien asumirá este primero de enero las riendas de la Asamblea del Atlántico, porque si no le da un viraje a esta entidad, terminará hundiéndola inevitablemente.