En medio del impacto global por la agresión militar de Rusia a Ucrania, que hoy cumple un mes, es claro que Colombia, si bien está muy lejos de ese conflicto bélico, ha jugado un rol dentro de su propio marco geopolítico, en el que se han dado movidas con respecto a su alianza con Estados Unidos, el combate a la dictadura venezolana, su rol de asociación con la OTAN e incluso la toma de postura en la Asamblea General de la ONU.
Todo ello aunado a un impacto que ha residido en cuanto a los pros y contra del aumento en el precio del petróleo, las contingencias de tipo cambiario por la cotización del dólar e incluso un nuevo eje de presión inflacionaria, sobre todo por el encarecimiento de agroinsumos que son producidos por las dos naciones hoy en conflicto.
En un mundo globalizado e interconectado, la guerra en Ucrania genera de alguna u otra manera efectos económicos en Colombia. Como Ucrania y Rusia, son dos países estratégicos en los mercados de insumos, estos se están encareciendo y propiciando el incremento en precios de algunos alimentos en el país, que utilizan fertilizantes importados.
Otro elemento de la guerra es que la cotización del petróleo ha llegado a niveles de US$120, y con este incremento, aunque el país pueda recibir más recursos, a nivel interno aumenta el precio de los combustibles, elemento que se traslada inmediatamente a la inflación, y esto incide para que disminuyan los ingresos de las familias al tener que pagar más por alimentos, transporte, servicios, etc.
La ofensiva rusa sobre Ucrania llevó a que Estados Unidos empezara a mover el escenario geopolítico con miras a movilizar la mayor cantidad de presión sobre Moscú, no solo a nivel del viejo continente sino en todas las latitudes. El giro más sorpresivo, en nuestro continente, fue precisamente la reunión de delegados del gobierno Biden con funcionarios de la dictadura chavista en Venezuela, con el claro objetivo de tratar de debilitar la alianza entre Maduro y Putin, así como asegurar una parte del petróleo de la vecina nación para suplir la importación de petróleo ruso, tras el embargo decretado por la Casa Blanca.
La rapidez de la cita Biden – Duque fue leída por los analistas nacionales e internacionales como un mensaje claro y directo de la Casa Blanca entorno a la importancia superlativa de Colombia para Washington en toda esta coyuntura global, al punto que Biden anunció que presentará un proyecto de ley para que Colombia sea elevado al estatus de aliado estratégico por fuera de la OTAN.
Sin embargo, el gobierno colombiano reafirmó que se alineaba con las políticas y directriz de la Organización Atlántico Norte en cuanto a condenar la invasión rusa a Ucrania, la agresión injustificada a un Estado Soberano, la violación de los derechos humanos y el derecho internacional humanitario y la reafirmación del principio de democracia y libre autodeterminación de los pueblos para decidir sobre sus tratados y acuerdos internacionales.
Tanto en las reuniones extraordinarias del Consejo de Seguridad como en la Asamblea General de Naciones Unidas, todos los países tuvieron la oportunidad de sentar su posición frente al conflicto ruso – ucraniano. Colombia, por intermedio de la Canciller Marta Lucía Ramírez, reconfirmó que nuestro país se alinea con la defensa ultranza del sistema democrático y la necesidad de combatir todo indicio de autoritarismo, autocracia, violación a la soberanía y el principio de autodeterminación de los pueblos.
Si bien en algún momento, por una declaración de la Cancillería, se alcanzó a poner sobre el tapete la posibilidad de que Colombia hiciera parte del grupo de mediadores en el conflicto ruso – ucraniano, el propio presidente Duque dejó en claro que no había tal y se continúa confiando en la tarea que al respecto venia adelantando la ONU, Unión Europea y otras instancias.