La relación entre Germán Vargas Lleras y Alex Char, siempre ha estado transitando en medio de altibajos. A veces hay profundas crisis, tal como sucedió durante el trámite del proyecto de ley del Plan Nacional de Desarrollo en 2019, donde a pesar de la directriz de Vargas para que los parlamentarios de Cambio Radical votaran negativo, Char desatendió tal indicación y no solo la presencia del senador Luis Eduardo Díaz Granados y del representante Modesto Aguilera, ambos de la casa Char, salvaron el quórum necesario para darle piso jurídico la discusión, sino que con sus votos el gobierno Duque garantizó su aprobación.
Tras este episodio se desató una especie de ira santa de Vargas Lleras, quien en medio de la furia que le originó la decisión de los Char, juró “esculcarle hasta el nido de la perra”, al senador Díaz Granados, hasta entonces amigo suyo y con quien compartía ricos manjares en su casa de Barranquilla.
En esa ocasión, Vargas Lleras utilizó su muy leída columna dominical del diario El Tiempo, para denunciar que el Gobierno Nacional estaría ofreciendo mermelada a parlamentarios de Cambio Radical, para respaldar algunas iniciativas y lanzó varios dardos contra Diaz Granados.
Pero, ese fue un solo capitulo dentro de esta inestable y tormentosa relación política, que utilizando un termino propio de la juventud, es bastante tóxica. Recordemos que Vargas ya venía resentido con los Char, por lo que consideró una especie de traición, pues dentro de sus cuentas jamás pensó que en Barranquilla y el Atlántico, feudos electorales de la poderosa familia costeña, le iría tan mal en materia de votación, cuando participó en la primera vuelta presidencial en mayo de 2018.
“Vargas Lleras sigue creyendo que los Char fueron desleales y que incluso, Karen Abudinen movió todos sus contactos en la Secretaría de Educación de Barranquilla, para que votaran por su amigo Iván Duque y no por Vargas Lleras, lo que acrecentó la rabia del ex vicepresidente”, manifiesta una fuente muy cercana a la casa Char que pidió reserva de su identidad.
Otro de los desencuentros entre estos dos pesos pesados de la política, se evidencio en 2017, cuando en pleno gobierno de Juan Manuel Santos, el entonces ministro de Vivienda y hoy alcalde de Barranquilla, Jaime Pumarejo, tuvo que renunciar a su cargo, en el que solo llevaba dos meses, como consecuencia de la decisión de Germán Vargas Lleras de no apoyar el tramite en el Congreso de la ley estatutaria de la JEP, bajo el amparo de la figura del denominado “fast track”.
Pumarejo que representaba al partido Cambio Radical, tuvo que presentar su renuncia y Char no quedó nada contento con tal decisión, pues obviamente le apostaba a que el destacado profesional barranquillero pudiera ayudar a desarrollar importantes proyectos de infraestructura en materia de viviendas de interés social, así como proyectos de acueducto y alcantarillado.
No obstante, desde hace mas de un año el máximo líder de Cambio Radical ha venido insistiendo que no tendría ninguna aspiración ni presidencial ni al Congreso como cabeza de lista de su partido, incluso, se reunió en Bogotá hace unas semanas con Fuad, Arturo y Alex Char, a quienes escuchó y hasta aconsejó en materia electoral.
Hasta ahí todo marchaba normal y la reconciliación parecía un hecho. Sin embargo, la solicitud de Cambio Radical ante la Registraduría, para inscribir una candidatura presidencial que lleve el aval de ese partido político, volvió a revolver las aguas y puso al descubierto que Vargas Lleras le apuesta a tener el control absoluto de su colectividad.
El caso es que sea cual fuere la determinación de Cambio Radical, irse con candidato propio significa necesariamente que todos los congresistas que elija la casa Char el próximo domingo, no podrán salir libremente a apoyar a su jefe Alex así resulte ganador de la consulta del Equipo Por Colombia, ni apoyar a Gutiérrez, Peñalosa, Barguil o Lizarazo, porque estarían incurriendo en una causal de doble militancia, que a la postre les acarrearía investigaciones disciplinarias internas y hasta demandas por pérdida de investidura ante el Consejo de Estado.
El mensaje claro de Vargas Lleras es solo él podrá tomar decisiones sobre apoyos a aspiraciones presidenciales y nadie mas en el partido, por muy congresista que sea, “se podrá volar la escuadra”, so pena de ganarse su ira santa y terminar fuera del juego político.
En este nuevo contexto, los Char perderían autonomía para tomar decisiones de carácter electoral en el debate por la presidencia o tendrán que dar apoyos por debajo de la mesa, en alianzas políticas clandestinas, con el alto riesgo que Vargas se convierta en su peor enemigo, uno muy obsesivo, poderoso y peligroso.
Ante esta situación son pocos los caminos y menos el tiempo que les queda a los Char para tomar decisiones y reacomodar las cosas, pues estamos a horas de las elecciones y el tiempo de reacción se agotó. Lo único cierto, es que nuevamente se demuestra que la relación Vargas Lleras-Char, al mejor estilo de un largo novelón mexicano, está lleno de amores, desencuentros, malos momentos, engaños, ilusiones, pero sobretodo, mucha ambición.