La Iglesia sostiene que morir dignamente es morir de manera natural, captando el valor de la vida.
De esta manera la Iglesia católica colombiana muestra su posición respecto a la eutanasia, por lo cual expidió una guía cuyo primer módulo se titula “La vida humana, entre alegrías y adversidades: un don para agradecer”. En el documento se llama a la reflexión acerca de la importancia del sentido de la vida, especialmente, en las enfermedades. En ese bloque, se cuestiona a quienes promueven la eutanasia y se critica el uso de la expresión “morir dignamente”.
“Lamentablemente, esta tendencia ha ido creando la consecuente y errónea idea de que la muerte natural de un paciente que experimenta durante su enfermedad considerables padecimientos es, más bien, un acto inhumano cuando una perversión”, se lee en el documento.
La Iglesia Católica agrega además que en este sentido se reduce la dignidad humana a la capacidad de ejercer ciertas facultades físicas o mentales, pero también el llamado es para los familiares del paciente.
“Cuando hay una enfermedad de base cuyo pronóstico no es alentador y la salud se deteriora en conjunto y progresivamente, la familia y el entorno del paciente no deben ignorar la pedagogía del cuidado como alternativa eficaz a la eutanasia”.
Se trata de una cartilla, dentro de la cual presentan un documento de voluntad anticipada para que, llegado el momento que el paciente pierda su conciencia o sus facultades, manifieste que no puede aplicársele este procedimiento y que debe ser tratado con cuidados paliativos.
“Si llegara a padecer una enfermedad grave e incurable o a sufrir un padecimiento grave, crónico e imposibilitante o cualquier otra situación crítica: se me administren los cuidados básicos y los tratamientos adecuados para paliar el dolor y el sufrimiento; que no se me aplique la prestación de ayuda a morir en ninguna de sus formas”.
Se refieren, además, a la eutanasia como un desafío. Sobre el alcance de la cartilla aseguran que “no quiere ser solo una reacción, integrar una realidad del dolor y el sufrimiento a la vida humana, pero no una exaltación al dolor”, según manifestó el padre Raúl Ortiz durante la presentación del escrito.
Por último, se presenta la definición, desde el punto de vista de la Iglesia, de morir dignamente, que para el clero es “morir dignamente según el significado más genuino de la expresión, es morir de manera natural en un ambiente que es capaz de captar el valor profundo e intrínseco de toda vida humana”.