La Unidad para las Víctimas cerró este jueves el componente de integración sociocultural de jóvenes de la línea de acceso a derechos en el exterior, del convenio de cooperación con RET Américas. Este proyecto contó con la participación de 12 jóvenes entre 14 y 21 años, víctimas del conflicto armado y residentes en varias provincias de Panamá.
El trabajo realizado consistió en la implementación de cuatro módulos en los que los participantes tuvieron la oportunidad de compartir sus historias, encontrar retos comunes y trazar una hoja de ruta hacia el futuro. Los módulos, que se desarrollaron en su mayoría los días jueves de 4 a 6 de la tarde mediante plataforma digital, abordaron los siguientes temas: autorreconocimiento, identidad y territorio, convivencia pacífica y formulación de proyectos socioculturale).
Estos módulos fueron diseñados e implementados conjuntamente entre el equipo en territorio de RET y la Subdirección de Participación, el Grupo de Enfoque Diferencial y el Grupo de Atención a Víctimas en el Exterior de la Unidad para las Víctimas. A través de la reflexión sobre las experiencias individuales se buscó la construcción de agendas que, desde lo colectivo, busquen transformar las realidades de los jóvenes.
A juicio de Óscar Rico, coordinador del Grupo de Atención a Víctimas en el Exterior de la Unidad, “la participación de los jóvenes en este proyecto demuestra la importancia de vincular a los jóvenes en las discusiones relevantes sobre la garantía de sus derechos como ciudadanos en Colombia y en los países de acogida”.
El funcionario dijo que la entidad espera darle continuidad a la iniciativa en el 2021. “Esperamos que el próximo año podamos continuar con el proceso y fortalecer a los jóvenes que son quienes nos pueden dar ideas nuevas para aportar a la paz”, anotó.
Alison Meza, una de las jóvenes participantes en el proyecto de integración sociocultural, expresó que compartir experiencias con otros jóvenes, que como ella fueron acogidos en Panamá, ha sido reconfortante: “Hablamos de los lugares y comidas de Colombia y Panamá, de lo que tenemos en común, pudimos darnos un gran espacio para compartir entre distintos tipos de colombianos y los aprendizajes y conocimiento que nos dejan”.
Además señaló que aprendió “a reconocer lo que me pasó a mí y a mi familia y a buscar soluciones para continuar adelante. Aprendí que mis derechos son válidos en cualquier país en el que me encuentre”, manifestó.
Para Mayelis Eljaiek, oriunda de Barranquilla, la experiencia también fue positiva. “Me di cuenta de que podemos ser agentes de cambio de nuestras realidades. Conocí muchas personas que habían pasado por lo mismo que yo y que tienen las mismas ganas de salir adelante”, afirmó.