Por: Ulahy Beltrán López[1]
El Instituto Nacional de Salud (INS), la autoridad sectorial responsable en Colombia de manejar, consolidar, analizar e informar la casuística de los eventos en salud pública, ha reportado en estos primeros días del año 2022 las cifras de personas quemadas durante las festividades del mes de diciembre del año 2021 hasta la madrugada del 1 de enero de este nuevo año.
Se ha informado el primer domingo del 2022 por parte del INS que por lo menos 980 personas resultaron quemadas con pólvora pirotécnica en Colombia entre el primer día de diciembre de 2021 y el 1 de enero de 2022. Esta cifra de 980 personas lesionadas por manipulación y uso de pólvora, muestra un incremento en el número de personas de casi el 44% con respecto al mismo período en el año 2020, cuando la cifra de afectadas por estos motivos fue de 681 casos.
Dentro de la información reportada por el INS hay dos hechos que merecen especial consideración: primero, que del total de personas lesionadas, 289 son menores de edad (por lo menos habían 27 de ellos que estaban en compañía de adultos bajo efectos del alcohol), y segundo, que solamente el día sábado 1 de enero de este nuevo año, los casos reportados fueron 218 (principalmente por manipulación de artefactos como totes, voladores y cohetes), lo que traduce que del total de quemados durante el período de festividades, el 20% se lesionaron la última noche de diciembre de 2021 y el primer día de enero de 2022.
Cuando se analiza en detalle lo ocurrido con los menores que se quemaron en el período analizado y reportado por el INS, se evidencia el incumplimiento en el país de lo que se estableció en la Constitución Política de 1991 y leyes posteriores sobre la especial protección de este grupo poblacional dada su vulnerabilidad, pues el hecho que casi 300 niños a lo largo y ancho del país se hayan quemado con pólvora durante el último mes de 2021, así lo demuestra.
Sin embargo, la cifra de niños quemados en Colombia en diciembre de 2021 puede ser mayor, dado que es posible que exista un subregistro del total de pacientes pediátricos lesionados por pólvora en el reciente fin de año. El citado subregistro puede relacionarse con el hecho que hay muchos padres que no llevan a sus hijos quemados a que los atiendan en los centros médicos para evitar así ser sancionados. Con ese agravante se infiere que si bien de forma oficial e institucional sólo se tenga registro de esos casi 300 menores quemados al manipular y usar pólvora, lo más probable es que sean mucho más los casos de menores quemados en el cierre del 2021 e inicio del 2022 no reportados por la causa antes expuesta.
No debe dejarse de lado que en Colombia, los padres de los niños lesionados por manipulación y uso de la pólvora pueden perder la patria potestad de sus hijos o recibir sanciones como cumplir con labores de tipo comunitario para prevenir el uso de la pólvora, entre otras.
Como es apenas lógico, este hecho de no llevar a los niños quemados a los centros médicos para que así los padres puedan esquivar las sanciones que se les impondrían, resulta a veces tan peligroso y lesivo para la salud y la vida de estos menores como las mismas quemaduras.
Desde el enfoque de la salud pública, las quemaduras por pólvora en las festividades de cierre de año constituyen un problema que debe abordarse e intervenirse pues la cifra de 980 personas quemadas en diciembre de 2021 y el 1 de enero de 2022, resulta ser la cifra más alta de los últimos cuatro años, (diciembre de 2018: 832 quemados; diciembre de 2019: 839 quemados; diciembre 2020: 725 quemados), lo que indica que el tema no ha sido controlado y que al contrario, está en aumento.
Por ello resulta pertinente la advertencia que hace la Asociación Colombiana de Salud Pública cuando manifiesta que “urgen campañas educativas a nivel nacional y focalizadas en las regiones donde se presentan la mayoría de las víctimas”.
De otra parte, lo ocurrido en este fin de año reciente también es una muestra que aunque exista normatividad específica y vigente al respecto, que prohíbe la venta de artículos pirotécnicos a menores de edad y a personas en estado de embriaguez, así como también establece las condiciones mínimas de seguridad para el almacenamiento, transporte y distribución, venta y uso de pólvora, artículos pirotécnicos o fuegos artificiales, nada de esto se tuvo en cuenta por los mayores infractores que resultaron lesionados con estos elementos pirotécnicos en el territorio nacional y que permitió que infortunadamente casi 300 niños hoy estén padeciendo las consecuencias de las quemaduras.
En el reporte del INS, cuando se desagrega el tipo de lesiones más frecuentes, se consigna que son quemaduras y laceraciones, siguiendo contusiones, amputaciones, lesiones oculares y daños auditivos. De los 980 lesionados informados por esta agencia estatal, el 71% estaban manipulando los artefactos de pólvora y cerca del 20% eran observadores de su uso.
El problema de las lesiones físicas generadas por la pólvora no es un asunto de poca monta pues además de las lesiones en sí mismas, que afectan tanto la salud física como mental de los quemados y por ello son generadoras desde incapacidades transitorias hasta discapacidades permanentes, la atención en salud que requiere este tipo de lesiones generan costos importantes que terminan siendo asumidos por el sistema general de seguridad social en salud, lo que implica además, en el caso de los adultos, la afectación de la economía y la productividad del país por las incapacidades laborales y los procesos médicos de rehabilitación, que en no pocos casos son bastante largos y dispendiosos.
Hace pocos días la Directora del INS le pidió sensatez a los colombianos frente al tema del comportamiento individual y grupal ante la presencia de la variante ómicron del coronavirus en Colombia pues las cifras diarias de nuevos casos de Covid demuestran que los colombianos con su plan de covidferias, covidfiestas y covidcarnavales, siguen muy distantes de observar las medidas de bioseguridad y autocuidados que junto con la vacunación son las únicas armas para combatir la pandemia que inicia su tercer año en este 2022.
La sensatez está asociada a la cordura, el entendimiento, el raciocinio y la prudencia y hoy más que nunca y en plena pandemia la sensatez es uno de los mejores valores que puede tener una persona tanto para su propia protección como para la protección de los demás. Pero lo que es innegable es que los adultos que permitieron que menores manipularan y usaran pólvora en el cierre de año 2021 o que los expusieron a que como espectadores observaran como muchos mayores bajo los efectos del alcohol manipulaban y usaban elementos pirotécnicos para su diversión, también carecieron de esa sensatez pues ni se protegieron ni protegieron la integridad física de esos casi 300 niños que hoy están lesionados, muchos de ellos hospitalizados y en ambientes nada agradables para la estancia de un niño, enfrentando tratamientos largos y dolorosos y que ojalá no signifique secuelas permanentes en su físico o en su mente.
El cierre del 2021 demostró una cruda y triste realidad en Colombia: la falta de sensatez de unos adultos que provocan que en este país sus niños se sigan quemando y sufriendo por esta causa absolutamente evitable.
[1] Es: Médico Cirujano, Especialista en Gerencia de Servicios de Salud y Especialista en Seguridad Social Latinoamericana. Ha sido: Vicepresidente de la Junta Directiva Nacional de la Asociación Colombiana de Hospitales y Clínicas (ACHC), Consejero Nacional, Departamental (Atlántico) y Distrital (Barranquilla), de Seguridad Social en Salud, miembro de juntas directivas de IPS privadas y de Empresas Sociales del Estado, asesor en salud de la Contraloría General de la República, gerente de Empresas Sociales del Estado. Actualmente: docente universitario, columnista en medios impresos y virtuales, consultor y asesor en servicios en salud, editor de NOTAS DE ACTUALIDAD EN EL SECTOR SALUD. Todas las columnas del autor encuéntrelas en https://ulahybeltranlopez.blogspot.com o solicítelas al contacto: [email protected]